Les aseguro que quien cree, tiene vida eterna, Juan 6:47.
A casi todo el mundo le gustan las flores primaverales que vemos en el suelo y los arbustos. ¿A quién no le encantan los narcisos, el rojo y el anaranjado de los tulipanes, o los brillantes pétalos de los pensamientos? ¿Te has tomado el tiempo para observar las hermosas flores que crecen en lo alto de muchos árboles? La primavera es la época para ver muchas de esas flores.
Quizá has visto las flores del cerezo, el manzano, el peral, el durazno y el chabacano, ¿y los demás árboles que tienen flores? Tres árboles que también tienen flores en sus ramas son el arce, el encino y el abedul. Para producir semillas necesitan flores. Por supuesto, algunas de estas no son grandes. Por eso hay que buscarlas. Según mi información, en Estados Unidos hay al menos 100 tipos diferentes de árboles perennifolios y más de 650 árboles de amplio follaje. Con tantos árboles, se produce una gran variedad de flores. Algunas son pequeñas y delicadas, otras amplias y grandes.
Al caminar bajo los árboles de hojas grandes quizás escuches un zumbido. Esos árboles dependen mucho de que las abejas y otros insectos los polinicen. Los polinizadores trabajan con diligencia, recolectan néctar y esparcen el polen. Las coníferas no necesitan insectos para esparcir el polen, pero dependen de la brisa y el viento.
Estas flores añaden belleza al mundo de Dios durante un breve intervalo. ¡Imagina cómo Dios habló en la creación y surgieron todas las plantas! Debió de ser una primavera instantánea. Creo que no podríamos imaginar siquiera la belleza del Edén.
Hoy agradece a Dios por tu vida. Cada día agradécele por la nueva vida que te da, al despertarte cada mañana. Así como cuida a las flores, te cuidará y te dará vida eterna a ti.