Matinal Para Adolescentes 2018 Para el: 24 abril
«La vida no depende del poseer muchas cosas» (Lucas 12:15).
Hay un programa de televisión en Norteamérica que cuenta las historias reales de personas que han acumulado tantas cosas que sus casas están literalmente llenas hasta el techo. Estos acumuladores compulsivos han apiñado en cada habitación ropa, platos, objetos varios, y toda clase de artilugios recolectados a través de los años. La mayoría no pueden cocinar en sus cocinas debido a la cantidad de cosas que tienen apiladas. Ni siquiera pueden dormir en sus camas, porque montones de ropa, de periódicos, de toallas (y cualquier otra cosa que te puedas imaginar) están cubriendo el lugar donde deberían estar la almohada y las sábanas. Resignados a dormir en el sofá y a comer comida rápida, viven solos, atrapados en sus vidas.
Nuestra sociedad nos transmite que cuantas más cosas tengamos, más felices seremos. Pero lo cierto es que, a veces, más cosas solo traen más problemas. En el caso de los acaparadores compulsivos, sus posesiones han tomado el control de sus vidas, impidiéndoles tener relaciones sociales, afectando a su salud física y mental. No tienen espacio para las personas. No pueden descansar bien, ni comer, ni hacer ejercicio, porque sus posesiones los tienen cercados. Ni siquiera pueden respirar aire fresco, porque están atrapados entre objetos viejos y sucios.
Nadie quiere ser un acaparador compulsivo cuando crezca. Tampoco nadie se dispone a llenar una casa entera de basura. Sin embargo, muchos queremos tener algún día muchas cosas: una casa grande, un buen auto, tal vez un barco y una casa de vacaciones. Dios no condena tener posesiones, pero sí que nos da un consejo: no te aferres tanto a las cosas como para perder de vista lo que realmente importa. Ya sea acumular basura u objetos valiosos, las posesiones pueden causar muchos quebraderos de cabeza si nos distraen de nuestra relación con Dios y con los demás.
Jesús lo explicó mejor cuando dio esta instrucción: «No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Más bien amontonen riquezas en el cielo. […] Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón» (Mateo 6: 19-21).
Ponlo en práctica: Dona algo a alguien que lo necesite. Cuando damos cosas a otras personas rompemos el poder que estas ejercen sobre nosotros.
Ponlo en oración: Ora para dar más cabida en tu corazón a Dios y a otras personas que a los objetos.
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Tomado De: Lecturas Devocionales Para Adolescentes 2018.
“¿Y Entonces…?”
Por: Heather Quintana
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