Manténganse despiertos y oren, para que no caigan en tentación, Mateo 26: 41.
Cuando era niño, mi tío, que vivía con nosotros, encontró unos huevecillos en el campo detrás de la casa. Los puso en la cornisa de su ventana; decía que no sabía de qué insectos eran pero deseaba averiguarlo. Un día llegó a casa de su trabajo y entró a su habitación. Pronto me llamó. Fui corriendo y vi pequeñas criaturas verdes por su ventana, persianas, escritorio y cama. Había cientos por todo el cuarto.
—¿Qué son? —pregunté.
—Son mantis religiosas —respondió.
—¿Qué es una mantis religiosa?
—Es un insecto que mide como seis centímetros. Tiene unas curiosas patas traseras rígidas para caminar, y dos patas espinosas torcidas que usan para atrapar otros insectos y comerlos. Tienen una cabeza triangular con grandes ojos.
—¿Por qué se llama mantis religiosa? —pregunté.
Mi tío me dijo que esas mantis levantan sus patas frontales en una postura que parece de oración. La mantis se queda quieta durante largos periodos de tiempo. No ora, sino que espera su comida. Las mantis se quedan tan quietas que los otros insectos no saben que están ahí, hasta que los ha capturado. Aunque la mantis religiosa es enemiga de otros insectos, es amiga de los jardineros porque come muchos parásitos. Estos insectos pierden sus vidas porque no reconocen al enemigo.
Tenemos un enemigo llamado Satanás. Como dice nuestro versículo de hoy, necesitamos estar en guardia para que no nos ataque sin que nos demos cuenta. Tratará de poner muchos engaños en nuestras vidas para llevarnos a sus brazos de pecado. Debemos quedarnos cerca del Señor para que podamos identificar a Satanás cuando lo veamos.
Cuando ores hoy, pide al Señor que te ayude a reconocer a Satanás y sus métodos, para que no caigas presa de él. Dios te ayudará a identificarlo si se lo pides.