«Les digo la verdad, ustedes llorarán y se lamentarán por lo que va a sucederme, pero el mundo se alegrará; Ustedes se lamentarán, pero su dolor se convertirá de pronto en una alegría maravillosa». Juan 16: 20, NTV
CUANDO VIERAN A SU SEÑOR traicionado y crucificado, los discípulos llorarían y ayunarían. Con las últimas palabras que les dirigió en el aposento alto, dijo: «Dentro de poco ya no me verán , y un poco después volverán a verme». Ciertamente les aseguro que ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría» (Juan 16: 19-20, NVI). Cuando saliera del sepulcro, su tristeza se convertiría en gozo. Después de su ascensión, iba a estar ausente en persona; pero por medio del Consolador continuaría con ellos, y no debían pasar su tiempo en lamentaciones. Esto era lo que Satanás quería; deseaba que dieran al mundo la impresión de que habían sido engañados y chasqueados. Ahora bien, por fe, los discípulos tenían que mirar al santuario celestial, donde Jesús ministraría por ellos; sería necesario que abrieran su corazón al Espíritu Santo, su representante, y que se regocijaran en la luz de su presencia. — El Deseado de todas las gentes, cap. 28, p. 248. «Que Dios, que da esperanza, los llene de alegríay paz a ustedes que tienen fe en él, y les dé abundante esperanza Por el poder del Espíritu Santo». Romanos 1 5: 1 3, DHH «Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya Porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a justicia y al juicio; en cuanto al pecado, porque no creen en mí; en cuanto a la justicia, porque voy al Padre y ustedes ya no podrán verme; y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado». Juan 16: 7-1 1, NVI