«No amontonen riquezas aquí en la tierra […] Mas bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder, ni los ladrones entran a robar». (Mateo 6:19-20).
Desde que era adolescente, mi clóset ha sido una explosión de ropa. Tengo mucha más ropa que espacio, y montones de ella caen como una cascada de color y telas. La verdad es que probablemente he tenido ropa como para vestir a otras diez chicas.
Por desgracia, después de la boda mi esposo se dio cuenta de que había accedido tanto a recibir una esposa, como al equivalente de una pequeña tienda de ropa y accesorios. Durante los primeros años de nuestro matrimonio, de alguna manera lo convencí de que es normal que las mujeres se apropien de todo el espacio del ropero. Precisamente cuando parecía haber aceptado el hecho de que no podía tener al mismo tiempo una esposa y un ropero propio, le hicimos una visita a nuestra amiga Katelyn.
Katelyn es una adolescente llena de vida, hermosa y elegante. Nos mostró la casa de su familia incluyendo las habitaciones y los guardarropas. Cada uno contenía apenas unas cuantas prendas de vestir, y el resto estaba vacío. Recordando lo elegantes que eran los vestidos de Katelyn, mi esposo miró su reducida colección y preguntó:
—¿Dónde están todos tus vestidos?
—Esa es toda mi ropa, —respondió ella—. Solo puedo usar uno a la vez, así que no necesito más. Cada mes reviso mi clóset y todo lo que no necesito lo dono a instituciones de caridad.
Ver el ropero de Katelyn me inspiró a limpiar el mío. Llené bolsas con todas las cosas extra que tenía. Algunas se las regalé a chicas que sabía que lo necesitaban, y el resto lo doné. Aquí hay un mensaje para los chicos que se han visto obligados a leer este devocional sobre ropa: ustedes quizá no tengan un armario lleno de ropa, pero puede que tengan muchas otras cosas. Seas varón o hembra, echa un vistazo a tu habitación. ¿Tienes más juegos, equipos deportivos, ropa, libros o adornos de lo que realmente necesitas? Si es así, ¿por qué no compartirlos con alguien? uno se siente mucho mejor regalando que apretujando todo en el clóset.
Ponlo en práctica: Simplifica y comparte. Revisa tu habitación y saca las cosas que no necesitas, o que no utilizas con frecuencia. Regálalas a instituciones caritativas o a gente que las necesita.
Ponlo en oración: Pide a Dios que bendiga a las personas que reciben las cosas que estés dispuesto a regalar.