«Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho. ¡De ello estoy bien convencido!» (Salmo 139:14)
Tres libras de algo no parecen mucho. Un paquete de harina o una bolsa de papas ya pesan más de tres libras: igual que una mochila o la cartera de muchas personas. Francamente, si aumentaste o rebajaste tres libras, nadie lo notará. Sin embargo, lo que conforma tu cerebro, la sede misma de todo tu cuerpo, el centro de mando de cada cosa que haces y dices, son tan solo tres libras de una materia arrugada. El cerebro humano es una de las cosas más complejas y maravillosas de nuestro universo. Solamente echa un vistazo a algunos datos sobre él:
Tu cerebro es más rápido y más poderoso que una computadora. Digamos, por ejemplo. que tu hermanita comienza a acercarse a un perro bravo para jugar con él. Tu cerebro calcula rápidamente cuándo, dónde y a qué velocidad necesitarás saltar para agarrarla antes de que llegue al perro. Luego envía órdenes a tus músculos a tiempo para que salves a la pequeña de un desastre.
Las neuronas de tu cerebro crean y envían más mensajes que todos los teléfonos del mundo entero juntos. Pequeñas señales químicas y eléctricas corren constantemente por las autopistas neuronales de tu cerebro. Y cuando digo corren, quiero decir exactamente eso. Las neuronas motoras pueden transmitir información a más de trescientos kilómetros por hora.
Ahora, si crees que el cerebro humano es asombroso, piensa en lo grandiosa que es la mente de Dios en comparación con la nuestra. La Biblia menciona lo superior que es él, comparado con nosotros: «Porque mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya. Así como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las de ustedes» (Isaías 55: 8-9). ¡Dios es poderoso para manejar cualquier cosa que le traigas!
Ponlo en práctica: Fortalece el cerebro que Dios te ha dado, leyendo las Escrituras y libros inspiradores.
Ponlo en oración: Ora repitiendo las palabras de David encontradas en Salmo 139: 14. «Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho».