«Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad» (Fil. 2:13).
«Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Rom. 8:28).
ay cosas en tu vida de las que dices «Esto no lo hago»? Todas tenemos ese criterio para ciertas cosas, y puede que nuestras razones estén bien fundamentadas. Sin embargo, al leer la Biblia, encontramos docenas de personas que, en momentos críticos, podrían haber dicho «No lo hago…» pero que, por convicción y con humildad, decidieron lo opuesto por el bien común.
Considera por un momento la pérdida de oportunidades’y la pérdida espiritual si los siguientes personajes bíblicos hubieran decidido tener esta actitud. Imagina lo que habría pasado si Noemí hubiese dicho: «No me ocupo de nueras», o si Rut hubiera respondido: «No cosecho en el campo de Booz». Si Rahab hubiese dicho: «No trato con espías», toda su familia habría muerto. ¿Qué habría sucedido si la viuda de Sarepta hubiera dicho «No ayudo a profetas»; o si la mujer samaritana en el pozo de Jacob hubiese respondido: «No hablo con judíos»? Rebeca podría haber dicho: «No ando en camellos», y así haber perdido su lugar en la historia. Y finalmente, la mujer con el problema de pérdida de sangre habría perdido todo si hubiera pensado: «No toco los bordes de los mantos».
De forma similar, ¿qué pasaría si hoy Dios dijera: «No me encargo de las sanaciones espirituales, mentales, sociales, emocionales ni físicas»; o: «Ya no me ocupo de las viudas»? ¿Y si Dios declarara: «No acepto divorciadas ni familias disfuncionales»? Imagina si Dios decidiera: «No trato con la soledad, la desesperación ni la desesperanza». Y, lo peor de todo, ¿qué pasaría si él decidiera: «iYa no tengo trato con pecadores!»? iQué catástrofe sería! Pero el amor y el cuidado de Dios son tan infinitos que derrumban todas las barreras humanas de raza, género, estatus y denominación religiosa. Él hace todo por nosotros, cada día.
Parece obvio que debiéramos volver a examinar nuestra lista de «cosas que decidimos no hacer». Quizá tengamos que agregar a la categoría «Sí, eso lo hago» las cosas que, desde hace algún tiempo, Dios nos ha estado pidiendo que hagamos. Tú sabes cuáles son. Y sí, puede requerir toda la humildad de que seamos capaces, pero valdrá la pena.
Yo estoy reorganizando mi lista, ¿y tú?
ALTHEA Y. BO)OC es enfermera y vive en Jamaica. Ha publicado un libro de lecturas devocionales titulado Fuel for the Journey [Combustible para el viaje].