«En esto consiste el amor: no en que nosotros hagamos amado o Dios sino en que él nos amó y envió a su Hijo paro que fuera ofrecido como sacrificio »por e/ perdón de nuestros pecados» (1 Juan 4:10). «Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero» (1 Juan 4:19).»
Abuelo, tú me amas, ¿cierto? —preguntó el pequeño Damien, de dos años, a su abuelo, mientras se acurrucaba en el sillón junto a él. —¡Sí! —respondió el abuelo, sonriente.
Ante esto, Damien saltó sobre sus piernas, y lo llenó de besos y abrazos.
—¡Te amo, abuelo! ¡Te amo, abuelo! —exclamaba.
Fue uno de esos momentos especiales de inocencia y gozo que los niños traen a nuestra vida.
Sabemos que Dios, nuestro Padre celestial, nos ama mucho más de lo que nadie en esta tierra nos pueda amar. Él nos lo ha dicho, y nos ha demostrado su infinito amor de muchísimas maneras. La más grande de todas fue dándonos a Jesús. «Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él» (1 Juan 4:9). Jesús nos dijo que no nos preocupemos por nuestras necesidades diarias, porque nuestro Padre celestial ya sabe de antemano lo que necesitamos y nos lo da (Mat. 6:31, 32; Hech. 17:25). Y no solo eso, sino que también nos brinda cosas que van más allá de lo que podemos imaginar (Efe. 3:20; 1 Cor. 2:9).
Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta al amor de Dios? ¿Devolvemos ese amor así como Damien hizo con su abuelo? ¿»Lo amamos porque él nos amó primero»? ¿De qué forma demostramos nuestro amor por él? La respuesta es simple, y la dio el Señor mismo: «Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado» (Juan 15:12). «Si alguien afirma: ‘Yo amo a Dios’, pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Juan 4:20, 21).
El Día de los Enamorados es una fecha perfecta para compartir amor. Tenemos muchas maneras por las cuales podemos decir a Dios «Te amo». realizar un acto de bondad hacia un amado o un vecino; mostrar tu aprecio por un familiar, amigo, vecino, colega o miembro de iglesia; ofrecer ayuda o palabras de ánimo a un compañero desanimado; recorrer la «segunda milla»; compartir lo que tienes con alguien que pase necesidades; y muchas cosas más.
¿Has abrazado a Dios últimamente?
ANTONIA CASTELLINO vive en Inglaterra, es maestra jubilada y, junto a su esposo. fundó una escuela primaria de iglesia.