«Los que vienen a mí, no los echaré fuera». Juan 6: 37
CUANDO TENÍA TAN SOLO OCHO AÑOS de edad mi padre abandonó el hogar y se marchó con otra mujer. Mi madre, mi hermano y yo quedamos viviendo en el sur de Brooklyn, Nueva York. A los nueve años empecé a ingerir bebidas alcohólicas y ya a los dieciséis era adicto al alcohol y a la música rock frecuentaba clubes nocturnos y me había entregado a los placeres mundanos y a la vida pecaminosa.
En 1984, cuando tenía dieciocho años, trabajaba como mecánico. Ese día salí del trabajo manejando a toda velocidad mientras cantaba «el rock and roll es mi religión y es mi Dios, yo nunca cambiaré». Mientras manejaba como un loco sufrí un terrible accidente automovilístico. No recuerdo mucho de lo que pasó, pero sí recuerdo haberle pedido a Dios que me salvara y me ayudara. A cambio yo le ofrecí entregarle mi vida.
Un día el pastor Irenio Martínez, coordinador de la obra hispana de la Asociación del Noreste de los Estados Unidos tocó mi puerta. Cuando abrí, me dijo: «Hijo, ¿cómo puede Dios ayudarte mientras escuchas esa música?». Al escuchar estas palabras quedé espantado. ¿Cómo sabía él que yo le había pedido a Dios que me ayudara? Entonces empezó mi lucha interna. Me pregunté: «¿Será que Dios me está llamando?».
Milagrosamente sobreviví al accidente. Ahora bien, si crees que me arrepentí y cumplí mi promesa estás muy equivocado. Como joven rebelde y típico ser humano, un mes después del accidente seguía en mis malos caminos, tomando, frecuentando clubes y discotecas y escuchando música rock.
Examiné mi vida y comprendí que Dios había contestado mi oración por medio de ese pastor. El siguiente viernes me alisté y asistí a la Sociedad de Jóvenes. El Señor transformó mi vida y me bauticé. El mismo pastor que tocó a mi puerta me bautizó y un tiempo después ofició en mi boda.
Hoy, el joven que escuchaba rock, tomaba alcohol y frecuentaba clubes y bares es un pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Jesús me aceptó y me cambió.
No sé cuál es tu situación, no sé si hoy estás perdido en el pecado, lo que sé es que Jesús te puede recibir y aceptar como lo hizo conmigo. iVen a Jesús hoy!