«Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón» (Jer. 29:13).
Hace unos años viví una etapa en la cual dispuse de mucho tiempo libre, pero necesitaba hacer actividades que redujeran o, al menos, no agregaran estrés a mi vida. No tenía mucha paciencia en actividades a corto plazo, hasta que un día vi un periódico con un sudoku. Había visto a otras personas disfrutando de ese tipo de acertijos, pero nunca me había llamado la atención.
Este acertijo se hizo popular en 1986, gracias a una empresa japonesa de acertijos llamada «Sudoku», que significa «Un solo número! En los Estados Unidos, el primer sudoku apareció en el periódico New Hampshire en el año 2004. El acertijo tenía nueve cuadrados, cada uno con cuadrados individuales para nueve dígitos. La idea es poner los números del 1 al 9 en cada cuadrado una sola vez y que, a la vez, cada línea horizontal y cada línea vertical contengan los números del 1 al 9 una sola vez.
Ese día, al mirar el acertijo, noté que se había publicado el resultado del acertijo de la edición anterior. ¿Qué puedo perder?, pensé. Puedo trabajar a mi propio ritmo, detenerme y volver a comenzar cuando quiera; g si realmente no sé cómo seguir, puedo mirar la solución mañana. Habiéndome preparado mentalmente para el desafío, agarré un lápiz y una goma de borrar, leí las instrucciones y comencé. Al principio usé bastante la goma de borrar, pero rápidamente me di cuenta de que no solo estaba progresando, sino que esta nueva actividad me estaba dando mucho placer. Comencé a recurrir a los sudoku como una forma de quitarme el estrés o, simplemente, de divertirme cuando tenía un poquito de tiempo libre.
Creo que hay varias lecciones que podemos aprender del sudoku. Una es que, generalmente, hay diversas maneras de enfrentar y solucionar los problemas de la vida. También me di cuenta de que, aunque a veces es un poco esquiva, siempre hay una solución, solo que tenemos que mirar en varias direcciones, y «dentro y fuera de los cuadros». Otra lección es que, a menudo, es necesario «consultar el desafío con la almohada», para poder «despertar» con una nueva perspectiva.
En nuestra vida espiritual, podemos pedir a Dios que nos ayude a buscar continuamente nuevas maneras de encontrarnos con él y de servirle. Necesitamos ayuda para mirar fuera de los «cuadros» de nuestra vida mundana, a fin de poder realmente encontrar y servir a Dios.
DOREEN EVANS-YORXE vive en Montreal, Canadá, y es de origen jamaicano. Trabajó dieciséis años en África.