«Pero Sion ha dicho: «Me dejó Jehová, el Señor se olvidó de mí». «¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? iAunque ella lo olvide, yo nunca me olvidaré de ti!». Isaías 49: 14, 15
HABÍAMOS TERMINADO un campamento de jóvenes en el Parque de Exposiciones, en Brasilia, capital de Brasil, y todos preparaban sus mochilas para regresar a sus casas. Se desarmaban las carpas. Muy pronto solo quedarían recuerdos de Io que había sido una semana maravillosa en la vida de casi veinte mil jóvenes. Entonces vi, sentada en el borde de lo que había sido la plataforma central, a una chica de unos 16 años. Parecía una estatua. No se movía; miraba, inmóvil, fijamente, hacia un punto indefinido del horizonte.
—iHola! ¿Sientes nostalgia del campamento? —le pregunté, acercándome a ella. Me miró con indiferencia, como si no me conociera. Intentaba ser dura, demostrar que no estaba sufriendo, pero no lo conseguía. Las lágrimas daban vueltas en sus ojos; más que lágrimas, el grito silencioso de un corazón carente, demasiado joven para ver los colores de la vida. —¿Por qué todo lo que es bueno tiene que terminar? —preguntó angustiada—. El sueño concluyó, aquí encontré amigos fantásticos. Sabía que había gente a quien yo le importaba, pero el sueño pasó. ¿Por qué tiene que ser siempre así? Después me habló de su vida, y terminó diciendo: «Nadie me quiere, a nadie le importo». ¿Ya pasó esa pregunta alguna vez por tu cabeza?
Vivimos en un mundo contradictorio. Laspersonas viven apiñadas en departamentos, pero parece que nadie conoce a nadie. Si uno entra en alguna de las estaciones del subterráneo del centro de la ciudad, se tiene la impresión de ser una sardina enlatada, pero, ¿a quién le interesa si tus pies duelen porque anduviste todo el día buscando empleo? O, ¿quién se interesa en conocer el volcán de tristeza que parece explotar dentro de tu pecho?¿Te sentiste alguna vez como un objeto usado por otras personas? ¿Alguna vez fuiste tratado/a así por personas cercanas a ti? ¿No le interesas a nadie? No olvides nunca la promesa de Dios: «¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? iAunque ella lo olvide, yo nunca me olvidaré de ti!».