«Pero Dios es tan misericordioso y nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación». Efesios 2:4-5
¡Nos MUDAMOS!». Esa fue la «grata» noticia con la que me recibió mi madre al llegar a casa una tarde de septiembre de 2007. Al principio solo podía pensar en mis amigos de infancia, las actividades de la iglesia y mi querido club de conquistadores… todo eso quedaría atrás.
Como típico joven, y a manera de «venganza»; dejé de asistir a la iglesia tan pronto nos mudamos. Un domingo por la tarde unos amigos me invitaron a un espectáculo automovilístico y decidí acompañarlos. Cuando llegué, me percaté de lo «agradable» que era el ambiente: música, mujeres y bebidas alcohólicas.
Cuando el espectáculo estaba en su mejor momento empezaron a sonar disparos. Todos los del grupo salieron corriendo, excepto un joven y yo. En ese instante comencé a orar: «Dios mío, perdona mis pecados. Si me sacas sano y salvo de este lugar, te prometo que regresaré a tus caminos para siempre». En ese momento vi cómo el joven que estaba a mi lado recibía varios disparos. Fue horrible ver esa escena. Estaba muy asustado y solo atinaba a decir en mi mente: «Dios mío, sálvame. No quiero morir aquí».
Miré hacia todos los lados y vi a un señor que me gritaba: «iMenor, corre, corre y no mires atrás!». Así que corrí hasta que llegué a un lugar seguro. Di gracias a Dios por haberme salvado. Me hubiera gustado decir que a la semana siguiente fui a la iglesia a cumplir mi promesa, pero la verdad es que me tomó tres meses reconocer la misericordia que Dios había tenido conmigo y la segunda oportunidad que me había dado. Cuando llegó el momento imité al apóstol Pablo, olvidé «lo que queda atrás» y procuré alcanzar «lo que está delante» (Filipenses 3: 13, RV95).
Hoy, mientras escribo estas líneas, soy pastor de la Iglesia Adventista. Hoy, mientras lees estas líneas, Dios también te ofrece su misericordia y un día más de vida.
Hoy puedes decidir salir del grupo de «los que se vuelven atrás» y pasar a ser de los que «alcanzan la salvación Porque tienen fe» (Hebreos 10: 39).