«Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo». 1 Corintios 15: 57
LA VIDA DE LUIS era un ejemplo de victoria. Trabajaba en la torre de control del aeropuerto internacional de Santa Cruz, Bolivia. Hablaba cuatro idiomas y era un profesional bien conceptuado, hasta que por esas cosas de la vida comenzó a enviciarse con el alcohol y finalmente terminó sumergido en el mundo de las drogas.
Perdió el empleo, y después perdería también la familia, la dignidad y el respeto propio. Andaba por las calles de su ciudad como un pobre trapo humano, durmiendo en los nichos vacíos del cementerio. Nadie que lo viera podría imaginarse que Luis era hijo de una de las familias mejor posicionadas de la sociedad santacruceña.
Cuando todo parecía perdido, y cuando ya no quedaba más esperanza humana, Luis encontró a Jesús. Pablo dijo: «Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucrtsto».
Jesús cambió la vida de Luis. Lo sacó de la miseria en que vivía, hizo de él un hombre victorioso y le devolvió no solo la dignidad y el respeto propio, sino también la familia.
En el libro del Apocalipsis, que es el último mensaje de Dios para los hombres, encontramos repetidas veces la promesa: «Al que venciere». Esto quiere decir que la victoria es posible. Puede ser una realidad, como ha sido en la vida de tantas personas a lo largo de la historia, y también puede ser una realidad en tu propia vida.
Cuando Jesús estuvo en este mundo, Satanás trató de derrotarlo muchas veces, pero nunca lo consiguió. Quiso matarlo cuando era niño, pero no pudo. Trató de derrotarlo en el desierto, pero fracasó. En el Getsemaní hizo de todo para que Jesús desistiera de su misión, y perdió. Finalmente, pensó que había vencido cuando Jesús murió en la cruz. Mas al tercer día resucitó, salió del sepulcro y venció a la muerte, y Satanás entendió que estaba perdido para siempre, y que sus posibilidades de victoria habían sido reducidas a cero.
Ese Cristo victorioso es tuyo hoy. Tómate de su brazo poderoso a lo largo del día.