El amor a las posesiones mundanas, incluso por parte de quienes no tienen
mucho, puede ser una cadena poderosa que ate el alma al mundo en vez de
a Cristo. Incluso si no tenemos mucho en términos de posesiones terrenales,
el apasionado deseo de alcanzar bienes materiales puede convertirse en una
terrible maldición que, si no se pone bajo el control del Señor, aleja al alma de la
salvación. Satanás lo sabe y, por eso, usa el amor por las posesiones materiales
para entrampar a todos los que pueda.
¿Cuál es nuestra única protección? “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:2). ¿Cómo hacemos lo que nos indica Pablo? (Ver también Sal. 119:11; Efe. 6:18.) ________________________________________________________ ________________________________________________________ ¿Qué otros versículos puedes encontrar que nos digan en qué debemos mantener enfocada nuestra mente? (Fíjate, por ejemplo, en Fil. 4:8.)
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La única cura para la mundanalidad, cualquiera sea su forma, es una continua
devoción a Cristo (Sal. 34:1) durante los altibajos de la vida. Moisés tuvo
“por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios”
(Heb. 11:26). Antes que cualquier otra relación, Cristo debe ser nuestra prioridad
máxima. Cristo busca un compromiso basado en la convicción, no en
la preferencia; es decir, debemos consagrarnos a Cristo por lo que él es y por
lo que ha hecho por nosotros, no por alguna ventaja inmediata que puedan
aportar nuestra fe y nuestro compromiso con él.
Nuestra vida debe esconderse en Jesús, y sus planes deben ser nuestros
planes. El verdadero compromiso es poner nuestra mano en el arado sin
“mira[r] hacia atrás” (Luc. 9:62). Cuando asumimos ese tipo de compromiso,
Jesús nos eleva a nuestro máximo potencial. Cuando nos entreguemos a él,
él quebrantará el dominio del mundo sobre nuestras almas. Nuestra atención
debe fijarse en Cristo en vez de en lo material; únicamente eso llenará el vacío
en nuestra vida.
Piensa en una oportunidad en que adquiriste una posesión material, algo que realmente estabas deseoso de tener. ¿Cuánto tiempo duraron la alegría y la satisfacción antes de que se desvanezca y vuelvas al lugar donde empezaste?