La semilla representa el mensaje de Dios, Lucas 8: 11.
Las semillas son muy interesantes. ¿Sabías que cuentan una historia muy importante? Imagina que siembras unas semillas sin saber de qué son. Cuando produzcan plantas, sabrás cuáles semillas eran. Hay varios tamaños de semillas. La Biblia menciona la de mostaza (S. Marcos 4: 31,32), muy pequeñita, pero de la que nace un árbol enorme.
Cuando era niño, mi abuela me pidió que la ayudara a sembrar unas semillas en nuestro jardín. Acepté.
Medio un paquete de semillas de calabaza y me pidió que las sembrara en montículos, tres semillas en cada uno. Luego tendría que cubrirlas ligeramente de tierra. Comencé con el primer surco. Junté la tierra, hice un agujero, coloqué las tres semillas, las cubrí, y seguí con el segundo montículo. ¡Era un surco tan, tan largo! Para cuando llegué al final, estaba harto de agacharme. Todavía me quedaban semillas y debí comenzar con el siguiente surco, pero simplemente dejé caer todas las semillas en un agujero y las cubrí. «Mi abuelita no se dará cuenta», pensé.
Pasaron los días. Gracias al sol ya que mi abuela regaba el jardín, las semillas comenzaron a producir brotes. Imaginarás mi sorpresa cuando ella me pidió que saliera y me mostró el montículo en el que había echado las últimas semillas. En vez de tres plantitas, vi un montón que luchaba por crecer. Me regañó y me dijo que esas plantitas le habían contado todo. Sabía lo que yo había hecho, y que debía ser honesto en cualquier circunstancia.
La Palabra de Dios es como las semillas. Si ponemos un poco de su Palabra en nuestras vidas, la gente lo notará, pues será aparente. Pero si ponemos mucho de su Palabra, todo mundo se dará cuenta. Nuestras amistades y parientes sabrán que hemos estado con Dios y su Palabra. Ora hoy para que la Palabra de Dios crezca en tu vida, y sepas cuál camino seguir: el que conduce al cielo.