¡«Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse». Lucas 15: 7, NVI
EL CIELO ESTÁ LLENO DE GOZO. Resuena con las alabanzas que se le rinden a Aquel que realizó un sacrificio tan increíble en favor de la redención de la raza humana. ¿No debería también llenarse de alabanza la iglesia aquí en la tierra? ¿Acaso no deberían los cristianos proclamar por todo el mundo la felicidad de servir a Cristo? Los que hayan de unirse con el coro angelical en sus himnos de alabanza deben aprender aquí en la tierra el cántico del cielo, cuya nota tónica es la acción de gracias.— Testimonios para la iglesia,
7, p. 232.
El cielo es noble y elevado. Todos allí procuran el interés y la felicidad de los de más. Nadie se dedica a preocuparse solo de sí mismo. El mayor gozo de todos los seres santos consiste en contemplar el gozo y la felicidad de los que los rodean. No hay discordancia allí. Todo es vida, felicidad y alegría.— Ibíd., t. 2, pp. 216, 75, adaptado.
«Si alguno de ustedes tiene cien ovejas, y se da cuenta de que ha perdido una,
¿acaso no deja las otras noventa y nueve en el campo y se va a buscar la oveja perdida? Y cuando la encuentra, la pone en sus hombros y vuelve muy contento con ella. Después llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la oveja que había perdido!»». Lucas 15: 4-6, TLA