«Si vuelves al Todopoderoso con humildad, si alejas de tu hogar la injusticia, si arrojas tu oro al polvo, el Ofir a las piedras del arroyo, el Todopoderoso será tu tesoro, será tu plata en abundancia; el Todopoderoso será tu delicia, mirarás a Dios con confianza». Job 22: 23-26, LPH
AMARÁS AL SEÑOR DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente». Este es el primero y grande mandamiento» (Mat. 22: 37-38). Los primeros cuatro mandamientos evitan que exista una separación entre nuestros afectos y Dios. También evitan que nada divida, o comparta, nuestro supremo deleite en él. Cualquier cosa que divide los afectos, y desarraiga.del alma el amor supremo a Dios, adopta la forma de un ídolo. Nuestros corazones carnales se aferrarán a nuestros ídolos y procurarán llevarlos con ellos; pero no podremos avanzar hasta que los desechemos, porque estos nos separan de Dios.— Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 261.
Si tan solo pensáramos en Dios tantas veces como tenemos pruebas de su cuidado por nosotros, lo tendríamos siempre presente en nuestros pensamientos y nos deleitaríamos en hablar de él y en alabarlo. Hablamos de los asuntos temporales porque tenemos interés en ellos. Hablamos de nuestros amigos porque los apreciamos, y compartimos con ellos todas nuestras alegrías y tristezas. Sin embargo, tenemos razones infinitamente mayores para amar a Dios que para querer a nuestros amigos terrenales. Debería ser la cosa más natural del mundo darle el primer lugar en nuestros pensamientos, hablar de su bondad y alabar su poder.— El camino a Cristo, cap. 11, pp. 151-152.