No tengas miedo de lo que vas a sufrir, pues el diablo meterá en la cárcel a algunos de ustedes, para que todos ustedes sean puestos a prueba; y tendrán que sufrir durante diez días. Mantente fiel hasta la muerte, y yo te daré la vida como premio, Apocalipsis 2: 10.
Una de las historias que me parece más fascinante y triste, es la del salmón del Pacífico. Son cinco sus especies: real, rojo, plateado, rosado y keta. Sus historias de vida son básicamente iguales. «Salmón» viene de una palabra griega que significa «hocico enganchado», el cual desarrolla el salmón macho cuando va a reproducirse, acto que lo involucra activamente junto con su hembra.
Estos salmones nacen tierra adentro, en pequeñas corrientes o lagos a lo largo de la costa del océano Pacífico en el norte de América. Cuando su tamaño supera los 15 centímetros, dejan las aguas en que nacieron y se dirigen corriente abajo hacia el océano. Cuando lo alcanzan, se sumergen en aguas más profundas para comer y crecer. Después de estar en el océano durante varios años, llega el instinto reproductor y entonces comienzan a nadar hacia su lugar de nacimiento.
Gracias al instinto que Dios les dio, suelen encontrar su ruta y nadan a contracorriente. A veces tienen que saltar fuera del agua para avanzar, y hasta escalar las barreras que encuentran en algunas represas. Muchos mueren en el intento. Cuando por fin han llegado al hogar, las hembras excavan en la arena y la gravilla con sus colas para hacer sus camas de freza (nidos). Cada una puede depositar hasta 10,000 huevos. Luego llegan los machos; segregan de sus cuerpos una sustancia lechosa llamada lecha, que fertiliza los huevos. Después de unos cinco meses, nacen los alevines. El ciclo de vida comienza de nuevo con ellos. Mientras tanto, los adultos dan la vuelta y vuelven a nadar hacia el océano, para morir.
Jesús dio su vida por nosotros y nos prometió la vida eterna si somos fieles. El fiel salmón nos enseña una valiosa lección; fidelidad hasta la muerte. Ora hoy para que Jesús te ayude a serle fiel, sin importar lo que suceda en tu vida.