Dios dijo: «Que […] aparezca lo seco. […] Que produzca la tierra toda clase de plantas», Génesis 1: 9-11.
En el tercer día de la creación, Dios ordenó que las aguas se dividieran para dar paso al terreno seco. A este lo llamó «tierra» y a las aguas, «mares».
Luego, Dios ordenó a la tierra producir todo tipo de plantas: árboles, arbustos, flores, pasto y frutas y verduras. La Biblia dice que todas esas plantas contenían semillas para reproducirse.
¿Puedes imaginar lo emocionado que estaba Dios al hablar para que existieran todas las flores que cubrían los campos y se movían con la brisa? Me maravilla pensar en todas las variedades de bellas flores que he visto en distintos lugares del mundo.
¿Qué decir de los árboles? Los frutales, las palmeras, las coníferas, los perennes, y muchos más. ¿Puedes imaginar que Dios hablara y, de repente, hubiera árboles por todos lados? Nosotros tenemos que esperar años para que los árboles crezcan, pero Dios habló, y por el mundo entero aparecieron las diferentes especies de árboles. ¡Cuánto poder!
Dios creó el pasto para cubrir la tierra, hacerla hermosa y darnos una suave alfombra. Creó el trigo, la cebada, la avena, y los demás cereales. De la tierra también salían las verduras y hortalizas, y el resto de las plantas.
Debió de ser emocionante para Dios, ver cómo el suelo se cubría de plantas y adoptaba sus variados colores. Demostró su amor magníficamente. Preparaba la tierra para algo más. Su plan maestro incluía la creación de criaturas que necesitarían comida. Así que en ese tercer día, creó todo el alimento que necesitarían.
Dios satisfará todas tus necesidades hoy, si confías en él. Mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19). Agradece hoy a Dios porque ha provisto lo necesario para satisfacer tus necesidades físicas.