«El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando» (Juan 15: 13-14).
VLADIMIR PETROV fue prisionero de un campo de concentración en Siberia. ¿Sabes dónde está Siberia? Es una región de Rusia, bien al norte, que está prácticamente helada todo el año. Allí, en el campo de concentración y en condiciones tan duras para vivir, Vladimir tenía un compañero de cuarto llamado Andrey. Los dos sabían que, de aquel lugar remoto, casi nadie salía con vida.
Vladimir tenía una cajita en la que guardaba algunas galletas, un poco de manteca y azúcar. La guardaba para que, cuando el hambre se volviera insoportable, al menos tuviera un poquito de alimento para no morir ahí mismo. Como la caja no tenía llave, la llevaba siempre con él a todas partes que iba, para evitar que le robaran su poca comida.
Cierto día, Vladimir fue trasladado a otro campo de concentración y, por miedo a que durante el traslado le quitaran su cajita, estaba todo preocupado. Su amigo Andrey, viendo la angustia de Vladimir, le dijo:
—Déjala aquí conmigo, yo la guardaré. Cuando regreses, aquí estará, no le faltará nada.
Poco después de que Vladimir se fuera, una tormenta de nieve arrasó el campamento de Andrey, dejándolo completamente aislado. Por eso era imposible que llegaran hasta allí ninguna clase de alimentos. Todos los caminos estaban intransitables. Vladimir sabía que en el campo de Andrey las cosas marchaban muy mal, y esperaba que su amigo se hubiera comido la poca comida de la cajita. Diez días después de la tormenta de nieve, Vladimir regresó al campo, pero no encontró a su amigo. Estaba enterrado junto a otros prisioneros. Antes de morir, le había pedido a un compañero que guardara la cajita de Vladimir y se la entregara cuando lo viera. Y allí estaba, en las manos de Vladimir, con las galletitas, la manteca y el azúcar.
¿Hasta dónde llegarías para ayudar a un amigo? Jesús llegó hasta la muerte por nosotros. Para salvarnos, murió en una cruz. ¡Qué clase de amistad tan grande! ¿Qué te parece si hoy le damos gracias por amarnos tanto?