«Tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar, que el viento lleva de un lado a otro» (Santiago 1:6-7).
Cuando Greg y yo salimos del seminario y nos mudamos a Washington, la prioridad número uno de mi lista de oración era encontrar empleo. Día y noche le decía al Señor que deseaba trabajar con adolescentes. Cuando supe que un puesto de profesor estaba vacante en una escuela cercana me entusiasmé. Y cuando me llamaron para una entrevista, no podía creérmelo. Estaba segura de que el Señor estaba respondiendo mi oración. ¡Pero le dieron el trabajo a otro! ¿Cómo mantener la convicción de que Dios responderá nuestras oraciones cuando a veces no lo hace? Él es Dios tiene derecho a responder cuando así lo considere. No tiene que hacer las cosas a nuestra manera. ¿Cómo interpretar el versículo de hoy, que dice que cuando pidamos algo, tenemos que pedirlo «con fe, sin dudar nada»? ¿Acaso tenemos que creer que Dios nos dará lo que le pidamos si no dudamos? Pero Dios no siempre tiene que darnos lo que queramos. Es confuso, ¿verdad?
Como no me dieron aquel empleo, me convertí en mamá a tiempo completo. Pasaba los días con mi hijo, tranquila y despreocupada. Fuimos a parques, al zoológico, hicimos castillos de plastilina y leímos mucho. Hace unos meses tuve a mi segundo hijo y los días tranquilos y despreocupados se esfumaron. Estoy siempre corriendo, estresada. El bebé me necesita constantemente. Solo me queda tiempo para vestirme y hacer la comida. La otra noche alguien me recordó cuánto había orado yo por un trabajo y fue como una revelación: ¡Dios sí me había dado lo que yo quería! Si hubiera sabido el fin desde el principio —como lo sabe Dios—, tal vez habría visto lo valiosos que fueron aquellos días tranquilos con mi hijo. Hubiera renunciado a cualquier trabajo, y Dios lo sabía. Él no respondió a mi oración a pesar de que yo creía que lo haría. Él me dio lo que necesitaba, no lo que quería.
Esta historia es solo una respuesta parcial a las preguntas del comienzo. Las demás respuestas, las irás descubriendo a lo largo de tu vida. Si te sirve de algo, esto es lo que yo he descubierto: confiar en Dios es más importante que insistirle en que haga algo que yo quiero. Confiar en Dios me da la libertad de aceptar cualquier respuesta que me quiera dar.