«Pero el ángel les dijo: «No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo»». Lucas 2: 10
«NO TEMÁIS». iQué anuncio tan maravilloso! «Vine a traerles la más extraordinaria noticia que alguna vez alguien pudiera recibir». Son «nuevas de gran gozo». iGozo! ¿Entiendes? El gozo divino no es la alegría pasajera que la carne proporciona: el gozo divino es aquel sentimiento maravilloso de saber que Dios te acepta como eres: aquel deseo de salir corriendo por las calles de la vida, y gritar a todo el mundo: «No tengo más miedo, estoy libre».
Y, lo mejor de todo, esas buenas nuevas de gozo son «para todos», les dijo el angel. Aquella noche oscura, los pastores estaban aprensivos y llenos de expectativas. Habian estudiado las profecias, y sabian que el Mesias deberia nacer: ellos aguardaban la llegada de alguien que les traeria el regalo.
De repente, en la penumbra de las colinas de Belen, el propio Padre rompe la oscuridad del pecado, trayendo el mayor presnete, envuelto en pañales, en un pesebre. Y dice a los pastores: «Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor».
Creo que muchos cristianos todavía no han entendido esta declaración. La palabra Cristo ( « Enviado») está escrita en el original con letras mayúsculas. Destaca la misión redentora de Jesús. El texto dice más. Añade que la señal de que Jesús era el Cristo sería encontrarlo «envuelto en pañales, acostado en un pesebre».
Pobreza, sufrimiento, limitaciones… Todo ello acompañó a Jesús, a lo largo de su existencia. Fue perseguido; huyó a una tierra lejana. Todo eso ¿para qué? Para que tú vivas la vida abundante, las nuevas de gran gozo: su pobreza es tu riqueza; sus limitaciones, tu abundancia; su muerte, tu vida.
Nadie tiene el derecho de vivir una vida sin ambiciones, alegando que Cristo fue pobre. La pobreza es una de las consecuencias que el pecado trajo a este mundo; por lo tanto, mientras exista el pecado existirá la pobreza. Pero Jesús vino a liberarte de la mediocridad y el conformismo; vino a liberarte de la ignorancia y de la miseria. La salvación que él ofrece no tiene que ver solo con la vida eterna, que recibirás en ocasión de su retorno triunfante a este mundo, sino también con una vida de alegría y gozo en esta tierra.
No salgas hoy sin meditar en las palabras del ángel: «No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo».