» ‘Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo’ » (Mateo 28:20, RVC)
Bernard Kouchner y Jacques Mabit eran dos médicos que trabajaron para el Comité Internacional de la Cruz Roja durante la crisis de Biafra, pero no estaban contentos por cómo había actuado esa organización. A su regreso, junto con algunos periodistas, el 20 de diciembre de 1971 crearon Médicos Sin Fronteras (Médecins Sans Frontiêres, MSF), organización médica y humanitaria internacional que aporta su ayuda a las víctimas de desastres naturales, o humanos, y de conflictos armados, sin ninguna discriminación de raza, género, religión, filosofía o política. Esta organización recibió el Premio Nobel de la paz en 1999.
Durante el año 2015, más de treinta mil médicos, enfermeras y otros profesionales médicos, expertos en logística, ingenieros en irrigación y administradores proveyeron ayuda médica en más de setenta países. Estos médicos y enfermeras decidieron, voluntariamente, dar su tiempo para asistir en crisis sanitarias.
Quienes se ofrecen como voluntarios para Médicos sin Fronteras deben estar preparados para enfrentarse a los casos más desesperados y cruentos. Por ejemplo, un médico que sirvió en Siria y Jordania durante la crisis de Medio Oriente en 2015 y 2016, describió así los casos que le tocó resolver: «He tratado a bebés con cerebros llenos de metralla, niños que han saltado sobre minas terrestres activas, y mujeres jóvenes que han perdido brazos, piernas, hasta diez kilos de tejido blando». En esta misma línea, el cirujano de MSF Dr. David Elliott afirmó: «Las heridas de guerra son a menudo horribles y frecuentemente letales; pero poco puede acercarse al nivel de destrucción de cuerpos humanos que he visto aquí».
Sea cual fuere tu profesión, cuando terminas tus estudios te encuentras ante una encrucijada. Por un lado, está el camino del servicio y la ayuda al prójimo. Por otro, se encuentra la desesperada búsqueda de dinero y trepar en el mundo de los negocios y el poder que propone el mundo. Por supuesto que la maldición del Génesis dictaminó que debemos ganarnos el sustento con el sudor de nuestra frente, y todos necesitamos ganar algo de dinero para subsistir. No obstante, una cosa es la búsqueda de dinero como un fin en sí mismo, y otra muy distinta es recibir una compensación monetaria que nos permita vivir mientras servimos a los demás.
Podríamos decir que Jesús fue el primer médico sin fronteras, porque se dedicó a sanar y llevan salvación sin discriminaciones. Como sus discípulos, también nos envió para ser misioneros sin fronteras «hasta el último rincón de la Tierra». ¿Responderás a ese llamado sin importar a dónde pueda llevarte? MB