«No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros». Números 13: 31
EL MIEDO PARALIZA; acaba con los sueños, con los planes y con las ganas de vivir. El miedo es como una larva insidiosa, que come por dentro sin que tengas conciencia de tu drama. Cuando despiertas a tu triste realidad, ya es demasiado tarde. Dicen que, de cada siete personas, una vive presa de algún miedo; es un dato alarmante. Las personas se encierran en sus temores y crean monstruos que solo ellas ven. Existen muchos tipos de miedos: miedo de la gente, miedo de perder el empleo, miedo de salir a la calle, de trabajar, de tomar el ómnibus, y hasta de ir a la iglesia. De todos esos miedos, creo que el más terrible es el miedo a ser feliz. El versículo de hoy habla de ese miedo, y muestra que la causa del miedo en las personas es la falta de fe en Dios y en sus promesas. Cuando dejo de creer en Dios, todo a mi alrededor se vuelve amenaza- dor; y si Dios no habita en mi corazón, con toda seguridad el miedo se apoderará de mí. Israel había llegado a la frontera de la Tierra Prometida. Un paso más, y se apoderaría de la herencia ofrecida a sus padres.
Las promesas de Dios eran seguras: nadie sería capaz de resistir en pie delante de ellos. Pero en el momento crítico permitieron que el miedo se apoderara del corazón, y no quisieron avanzar. «No podremos subir contra aquel pueblo porque es más fuerte que nosotros». iMentira! La razón de su temor no era la fortaleza del enemigo, sino la falta de confianza en las promesas de Dios. Todos encontramos enemigos en el camino; es la lucha diaria: obstáculos, dificultades, preconceptos, desafíos aparentemente insuperables. Si piensas que fracasaste, entonces ¿para qué seguir luchando? Ya has fracasado. Más bien, a la hora de enfrentar los problemas, que tus ojos no se fijen en el adversario, sino en el Dios que te prometió que te llevará a Canaán y te entregará la tierra. ¿Cuáles son tus adversarios hoy? ¿Qué es lo que tanto te asusta? Piensa en Dios. Jamás un hijo de Dios, escondido en las manos del Todopoderoso, perdió una batalla. Este puede ser el gran día de victoria que esperas. Solo que no repitas el error de Israel, que pensó: «No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros».