LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 14-16.
PARA MEMORIZAR: “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (Rom. 14:10).
AHORA ESTAMOS EN LA ÚLTIMA PARTE de nuestro estudio de Romanos, el
libro del que nació la Reforma Protestante, el libro que más que cualquier otro debe
mostrarnos por qué somos protestantes y por qué debemos seguir siéndolo. Como
protestantes, y especialmente como adventistas del séptimo día, nos basamos en
el principio de Sola Scriptura, la Biblia como la única regla de fe. Y es con la Biblia
que aprendimos la misma verdad que hizo que nuestro precursor espiritual, hace
siglos, se separase de Roma: la gran verdad de la salvación por la fe, una verdad
que se expresa con mucho poder en la epístola de Pablo a los Romanos.
Quizá todo esto pueda resumirse en la pregunta del carcelero pagano: “¿Qué
debo hacer para ser salvo?” (Hech. 16:30). En Romanos, encontramos la respuesta
a esa pregunta, y la respuesta no era la que daba la iglesia en la época de Lutero.
Por ende se inició la Reforma, y aquí nos encontramos hoy.
En esta última sección, Pablo se refiere a otros temas, quizá no tan importantes
para su tema principal, pero lo suficiente como para incluirlos en la carta. Por lo
tanto, para nosotros, también son las Sagradas Escrituras.
¿Cómo terminó Pablo esta carta, qué escribió y qué verdades hay para nosotros,
los herederos no solo de Pablo, sino también de nuestros precursores protestantes?