«Porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora» (Proverbios 23: 32, NVI).
La Navidad es mi época preferida del año. Mis tres nietos me dicen «Gigi-Noel». iHasta ponen mi sobrenombre en lugar de «Papá Noel», en villancicos conocidos! La razón por la que gané este sobrenombre es porque cada Navidad trato de comprarles todo lo que escribieron en sus listas de deseos.
Increíblemente, en la última Navidad la familia se enteró de que hasta Gigi-Noel tiene sus límites, cuando el nieto mayor, Austin, puso una serpiente pitón en su lista de deseos. Su amigo tenía una, y Austin rogaba tener una también. Por primera vez en la historia de doce años de antigüedad entre Austin y Gigi-Noel, ella dijo: loca! Esa serpiente se va a perder en tu casa. Tienes que comprar ratones congelados y calentarlos en el microondas para alimentarla cada tres días. iQué asco! iNo!».
Como Gigi-Noel se negó, Austin rogó hasta que su madre cedió y lo llevó a comprar la serpiente con su propio dinero. Vino con un tanque y una tapa. Pero, como era de esperarse, mientras la alimentaba unos meses después, Austin quitó la traba de la tapadera y ila serpiente desapareció en algún lugar del baño! Llamaron a un servicio de búsqueda de serpientes, pero no lograron encontrarla. Se puso papel adhesivo en el piso del baño, y se aseguró la puerta del baño con cinta. iPero nada! Nunca más volvimos a ver a la serpiente. Pero, en algún lugar de la casa, ihay una serpiente perdida!
No pude evitar pensar que el pecado es bastante similar a la serpiente de Austin. Participamos en actividades que parecen atractivas («Mis amigos tienen una»), y no queremos ser menos, así que, «compramos la serpiente». Estamos seguras de que podemos manejarlo porque «somos cristianas», pensamos con confianza, y Jesucristo es nuestra «traba». Pero a menudo, nuestro tiempo se ve consumido por necesidades inmediatas, y no prestamos atención a nuestra «traba» mediante la oración y el estudio de la Biblia. Corremos distraídas por la vida y el pecado, como la serpiente de Austin se escapó cuando menos lo esperábamos.
Dios es consciente de nuestras debilidades y tendencias a «comprar la serpiente» y creer que podemos contenerla. Que él nos ayude hoy a mantenernos centradas completamente en él, reconociendo que nosotras, por nuestra propia fuerza, no podemos manejar el pecado que Satanás tanto quiere dejar suelto en nuestras vidas.