«El diablo, que los había engañado, fue lanzado al lago de fuego y azufre» (Apocalipsis 20:10, RVC).
E1 15 de diciembre de 1961, tras ser sometido a juicio por un tribunal presidido por los tres jueces Moshe Landau, Benjamin Halevy y Yitzhak Raveh, en Israel, Otto Adolf Eichmann fue condenado a morir en la horca por crímenes contra la humanidad.
Otto Adolf Eichmann había sido teniente coronel de las SS nazis (Schutzstaffel o Escuadrones de defensa). Fue responsable directo de la «solución final», principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Lejos de ser un simple ejecutor de órdenes superiores y no una figura de la talla de Reinhard Heydrich o Heinrich Himmler, entró en conflicto con ellos en numerosas ocasiones, debido al excesivo celo que puso en la idea de la «solución del problema judío». Fue incluso más allá de las órdenes recibidas pues, cuando a finales de la Segunda Guerra Mundial, Himmler decidió acabar con los asesinatos masivos de judíos, Eichmann continuó dando las órdenes pertinentes para que se siguieran produciendo.
Al terminar la guerra, Eichmann fue capturado por las fuerzas estadounidenses, pero no reveló su verdadera identidad. Se escapó unos meses después y, desde 1950 hasta 1960, se ocultó en Argentina bajo el nombre de Ricardo Klement. Cuando el Estado de Israel se enteró de que se ocultaba allí, fue capturado por el Mossad. El 20 de mayo de 1960 fue llevado a Israel, para ser juzgado.
Aun cuando alegó «obediencia debida», fue condenado por genocidio. Sus restos fueron incinerados, y las cenizas fueron dispersadas en el mar Mediterráneo, por una nave de la Fuerza Naval Israelí, en presencia de algunos sobrevivientes del Holocausto, y fuera de las aguas jurisdiccionales de Israel.
La Biblia nos presenta que, luego del milenio, Satanás mismo será juzgado y recibirá una condena por ser el mayor genocida (el inventor del genocidio, podríamos decir) que el mundo y el universo hayan conocido. Representado por el macho cabrío enviado al desierto en el ritual del Santuario (ver Lev. 16), Satanás recibirá sobre sí los pecados de toda la humanidad y recibirá el justo castigo por ellos. Él y la muerte serán los últimos en ser consumidos por el lago de fuego y azufre (Apoc. 20:10, 14).
Solo entonces el universo podrá quedar en paz. Solo entonces, el pecado será nada más que un mal recuerdo. Hoy, Satanás puede engañar a mucha gente con sus múltiples disfraces, pero entonces recibirá su justo castigo, y el carácter de Dios y su justicia serán reivindicados absolutamente. Hoy, confía en los juicios de Dios, quien pronto hará justicia y reivindicará a sus hijos. MB