«Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza» (Proverbios 31: 30, NVI).
En nuestro mundo, muchas mujeres son abusadas, acosadas y marginadas. Aun así, tenemos un gran poder de influencia, ya sea para bien o para mal. Una mujer, consciente o inconscientemente, ejerce su influencia sobre sus hijos, su esposo y otros miembros de la familia. El Creador nos dotó con este poder único. Al buscar a Dios, la mujer desarrolla gradualmente el temor a él para que gobierne su vida. Con la ayuda del Espíritu Santo en su corazón, ejerce una influencia positiva sobre los miembros de su hogar. Da buenos consejos a su esposo y a sus hijos. Al depender de Dios para alcanzar la sabiduría a través de la oración y el estudio de la Biblia, puede discernir los ataques del enemigo e influenciar sobre su familia para que camine por el camino correcto.
Reflexionando sobre esta realidad, una escritora inspirada escribió: «Si la mujer incrementa el uso de su tiempo y facultades confiando en la fuerza y la sabiduría que Dios puede darle, puede estar en pie de igualdad con su esposo y actuar como consejera, compañera y colaboradora, sin perder su modestia y gracia femeninas. Al elevar su propio carácter, estará elevando y ennobleciendo los caracteres de su propia familia, e inconscientemente estará ejerciendo una poderosa influencia sobre todos los que la rodean» (Elena G. de White, Hijas de Dios, p. 149).
Leemos en la Biblia cómo las mujeres usaron su influencia. Muchas veces, no somos conscientes del poder de influencia que tenemos y lo utilizamos mal, por ignorancia. La autora de la cita prosigue diciendo: «Satanás sabe que las mujeres son una poderosa influencia para el bien o para el mal; por lo tanto, intenta alistarlas para su causa».
Eva, la madre de la humanidad, inconscientemente llegó a ser un instrumento en las manos del diablo para influenciar sobre su esposo para que desobedeciera a Dios. Adán también pecó, y trajo un mal indecible sobre la humanidad. Querida mujer valiosa, ¿reconoces el poder de influencia que posees; un don único de Dios? Eres responsable por el tipo de influencia que ejerzas sobre otros.
Nuestra belleza y encanto no son suficientes para influenciar positivamente sobre nuestra familia; lo que necesitamos para lograrlo es el temor de Dios.
Señor, ayúdame a amarte y a temerte, para poder ejercer una influencia positiva sobre quienes me rodean. Amén.