«Si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo» (2 Timoteo 2: 13).
En mi último año de secundaria, sentí que poner fin a mi vida sería un alivio. Estaba deprimida y cansada de vivir. También estaba cansada de Dios y había tornado la decisión de hacerle saber que no quería vivir para él. La vida se me volvió oscura, hasta que una noche mi desesperanza llegó a su punto más bajo. Estaba lista para el final. Cuando llegué a casa después de la medianoche, mi mamá estaba esperándome. Dijo que se había sentido impresionada a hacerlo. En ese momento se lo conté todo. Ella escuchó en silencio hasta que terminé. Entonces me habló de Jake.
Jake, un dulce y alegre labrador, había sido nuestro perro toda mi vida. Mis padres lo habían comprado cachorro, justo antes de que mamá se quedara embarazada de mí. A menudo salían a pasear juntos. Jake corría a investigar cosas y regresaba donde mamá. Un día, mientras caminaban, mamá sintió dos manos fuertes sobre sus hombros, que la empujaron hacia abajo. Se detuvo inmediatamente y bajó la vista. Vio una enorme serpiente cascabel enrollada justo donde ella hubiera dado su siguiente paso. Mientras la miraba con horror, Jake venía corriendo hacia ella. Entonces pensó que Jake la iba a pisar, con lo cual la serpiente la atacaría a ella, pero algo misterioso ocurrió. Antes de que llegara a su lado como de costumbre, Jake se detuvo en seco, miró por encima de la cabeza de mamá, le movió la cola a algo invisible y se devolvió. Ella cree que Jake vio a su ángel guardián, cuyas manos la habían advertido.
Mi mamá me contó la historia aquella noche para asegurarme que Dios tenía un propósito para mi vida, dé lo contrario yo no hubiera nacido porque la mordedura de la serpiente habría acabado con la vida de mi mamá. Nunca había escuchado nada así anteriormente y me llenó de unas fuerzas, una esperanza y un propósito que no me han abandonado desde entonces. Lo que más me sorprende es que, a pesar de que yo no estaba siendo fiel a Dios en lo más mínimo, él dirigió la situación para salvarme.
El versículo de hoy nos da una idea de cuán leal es Dios con nosotros. Aunque lo abandonemos por completo, él es fiel. ¿Por qué? Porque no puede negarse a sí mismo. ¡Es su naturaleza! Ten la garantía, lo sientas o no, de que Dios es fiel contigo.