Todo había terminado. Todas las trasnochadas en los dormitorios, riéndonos. Todas las historias a la hora del almuerzo. Todos los sábados por la noche. Todas las clases y pruebas, todos los chistes y recuerdos… Todo. Terminado. El día de la graduación fui a mi escuela por última vez, con la sensación de que aquel capítulo de mi vida se había cerrado para siempre. No podía volver atrás. No más último día con mis amigas ni última tarde de clases. El resto de mi vida, aquello sería solo un recuerdo. Mi birrete, la toga y el diploma yacían en el asiento de al lado cuando comencé a recorrer en mi auto aquellas calles por última vez. De repente comencé a preguntarme: ¿Lo viví bien? ¿Aproveché cada oportunidad, disfruté cada momento? Pensé en todos mis remordimientos, en las oportunidades que perdí, la gente con la que fui mezquina, los riesgos que no tomé, y llegué a la conclusión de que no estaba lista para dejar la secundaria. Estaba lista para los exámenes, y también emocionada por ir a la universidad, pero no podía dejar a mis amigos. No estaba lista para que el final llegara tan pronto.
Hoy hemos llegado al final de este libro, al final de nuestro viaje a través de la Biblia y al final de un año más de tu vida. Ha sido un largo viaje, pero hay algo más adelante esperándote. ¿En qué capítulo de tu vida estás en este momento? ¿En la escuela secundaria, en la universidad? Este capítulo también se acabará para ti y, en un abrir y cerrar de ojos, estarás mirando hacia atrás al día de hoy, pensando: Aquellos fueron buenos tiempos. Así que mi consejo para ti antes de que todo termine es: vive bien. Saca el máximo provecho de cada día caminando con Jesús. Reduce al mínimo tus remordimientos siguiendo en sus caminos y siendo fiel a sus mandamientos. Voy a decirlo una vez más: su camino es la mejor forma de vivir. Él te da plenitud.
Este capítulo de la historia de la tierra pronto terminará. ¡Jesús viene pronto! No sabemos cuándo, pero estoy segura de una cosa: ¡quiero estar lista! No quiero tener miedo cuando lo vea venir en las nubes. Quiero tener confianza en la salvación, y el gozo de pasar el resto de mi vida junto a él. Quiero ponerme de pie ese día y hacerme eco de las palabras de Juan: « ¡Ven, Señor Jesús!».