(Necesitarás una foto o peluche de un perrito y una imagen de las manos de Jesús con las marcas de los clavos.)
La perrita de la familia García había tenido cachorros. Eran muchos y no podían conservarlos. Decidieron salir a vender los cachorritos un Domingo. Los llevaron a un lugar donde mucha gente se colocaba en línea con perritos de diferentes razas, para venderlos. Poco a poco se vendieron los cachorritos de la familia García. Primero el más bonito y pachoncito, luego sus hermanitos; al final quedaba el más pequeño y enfermizo.
Al ver que nadie lo compraba, después de un rato, los García decidieron recoger sus cosas y llevárselo. De pronto, apareció un hombre.
— ¡Hola! Busco un cachorro — dijo.
— Solamente nos queda este, que es el más pequeño — respondió el señor García.
— ¿En cuánto vendieron los otros?
— Dos mil pesos cada uno.
— Le doy dos mil quinientos por este. Vale mucho para mí.
Al momento de extender su mano para recibir el dinero, el señor García se dio cuenta de que al hombre le faltaba una mano. Había valorado al perrito enfermo porque él también estaba enfermo.
Jesús fue como ese señor. Ninguno de nosotros valía mucho, estábamos destinados a morir. Pero él vino y traspasaron sus manos con clavos para que muriera por ti y por mí, y nos diera un valor muy grande (muestre la imagen de las manos de Jesús con clavos).
HABLA CON JESÚS:
Gracias, Jesús, porque en tus manos llevas las marcas de los clavos por amor a mí, amén.