«Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro, los dos caerán en algún hoyo» (Mateo 15: 14).
SER CIEGO no es nada fácil. Esta dificultad hace que la vida se complique muchísimo, pero una persona ciega puede hacer tanto bien en el mundo y ser tan útil a la humanidad como alguien que ve. Y si no, piensa en Louis Braille. Estoy segura que sabes quién fue este ilustre personaje.
Braille nació en Francia en 1808; pero no nació ciego, sino que se quedó ciego a los tres años de edad. A los siete, ingresó en la Escuela de Ciegos de París, y tiempo después fue profesor. Solo vivió cuarenta y tres años, pero dedicó la mayor parte de su corta vida a ser una bendición para los demás, por eso su nombre ha quedado en los libros de historia.
Braille tenía una gran imaginación y una enorme fuerza de voluntad para hacer lo que se proponía. A pesar de haberse quedado ciego, no se sintió como una mosca aplastada, sino que trató de hacer lo mejor que pudo. A los diez años aprendió música y resultó ser un excelente intérprete. En algunas iglesias de Francia se le podía escuchar tocando el órgano para alabar al Señor. En la música encontraba un refugio maravilloso. Su falta de visión le ayudó a mejorar sus otros sentidos y, sin duda, fue un hombre muy inteligente. Creó el sistema de escritura en relieve que permitió a todos los ciegos del mundo expresarse mediante la escritura y leer con los dedos. Ya no era necesario ver para leer: Louis Braille enseñó a leer con la mano.
Hoy en día se imprimen libros para ciegos; y casi todos los ciegos del mundo tienen un aparatito que les permite escribir. ¿No es maravilloso? Y además, Braille también ingenió una notación musical que permite a los ciegos leer partituras, es decir, estudiar música y componer canciones. Increírle.
Así como Braille fue un ciego que guió a otros ciegos hacia el conocimiento, nosotros podemos guiar a la gente que no conoce a Jesús para que lo conozca. Tal vez ellos no son ciegos físicamente, pero sí son ciegos espiritualmente. Porque Jesús es la luz, y no conocer a Jesús es vivir en la oscuridad. Pero nosotros podemos ayudarles, mostrándoles el carácter y el amor de Jesús.