«Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en Jehová» (Salmo 40: 3).
La víspera de Año Nuevo y estoy pensando en cómo podría ser una mejor persona el año próximo. He escuchado lo importante que es la actitud para la felicidad y la salud. Como creo que es cierto, he decido, con la ayuda de Dios, ser una persona más positiva. El problema es: ¿cómo sobrevivo durante los días difíciles, en los que parece que nada sale bien?
En los últimos meses, un amigo nuestro recibió la noticia de que su enfermedad había llegado a una fase en que los médicos ya no podían hacer nada más. Nos sentimos devastados al Sêber que lo perderíamos. Todos esperamos que en algún momento la vida termine, pero nunca es un pensamiento feliz, y nuestras lágrimas no son de alegría.
Luego de varias semanas de vacaciones volvimos a casa, y descubrimos que había entrado agua por las paredes y había arruinado nuestro hermoso piso de madera. Sí, adivinaste: no me sentía como para «tararear una alegre canción». Fue una de esas horas oscuras de la vida, como las que Pablo y Silas experimentaron en la prisión. Conocemos bien la historia. Por más desesperada que parecía su situación, ellos no dejarían que los deprimiera. En lugar de eso, los dos elevaron sus voces en alabanza, confiando en Dios sin importar lo que sucediera.
Parece hasta anormal responder a situaciones difíciles con un «Dios es bueno. Es bueno todo el tiempo», o sea el Señor!» Conozco a algunos que a menudo expresan esa actitud optimista. A mí me asombra; iY, a la vez, me decepciono de mí misma! Quizá nunca llegue a ese nivel de perfección. Sé que Dios anhela lo mejor para mí, y generalmente soy una alegre receptora de sus buenos dones. Pero cuando la vida parece derrumbarse a mi alrededor, ¿decepciono a Dios por la manera en que reacciono? ¿Cuál es la respuesta cristiana adecuada a la decepción y a las dificultades? Rodney Grifhn, en su canción «God Wants to Hear You Sing» [Dios quiere escucharte cantar], sugiere que incluso cuando las cosas van mal, Dios quiere escucharnos cantar; iquiere que confiemos en él! De hecho, es en esos momentos que realmente «bendecimos el corazón del Padre», escribe Rodney.
Esta canción se ha convertido en mi favorita, y seguirá inspirándome en los meses que vienen. iQué pensamiento maravilloso, que yo pueda ser una bendición para mi Padre celestial!