«Si tú, en cambio, adviertes al malvado que cambie de vida, y él no lo hace, él morirá por su pecado, pero tú salvarás tu vida» (Ezequiel 33: 9).
HACE MUCHO TIEMPO, cuando la tecnología no estaba tan avanzada como ahora, los avisos importantes se daban por medio de trompetas, de mensajeros o de animales. Sí, de animales. Por ejemplo, un caso curioso de la historia fue el que sucedió en la Batalla de Alia, durante la primera invasión gala de Italia. La batalla tuvo lugar cerca del río Alia y terminó con una derrota para el ejército de Roma. Durante muchas generaciones posteriores, todos los años en el aniversario de aquella derrota, los perros guardianes eran crucificados como castigo por no haber alertado a los ciudadanos de Roma de la llegada del ejército galo. Se acusó a los pobres perros de no haber hecho su trabajo, pues esperaban de ellos que dieran tan importante aviso.
En América del Sur existe un ave que se conoce con el nombre de tero. Este pájaro cría sus polluelos en el suelo, en pleno campo abierto. Y cuando se acerca alguien, ellos sienten que la vida de sus crías está amenazada y comienzan a emitir un grito muy estridente. Ese es su sistema de alarma contra los intrusos. Montan tal escándalo que no te queda más remedio que irte de allí. Te avisan antes para no hacerte daño.
A veces los humanos no logramos descifrar los sonidos de los animales, porque ellos no pueden hablar como nosotros. Pero sí es importante que nosotros sepamos avisar a quienes nos rodean de que Jesús vuelve pronto y hemos de estar preparados para su regreso. Este aviso no tenemos que hacerlo de formas tan rústicas como antiguamente. Ahora contamos con Intemet, ¿por qué no enviar un email a un amigo con un versículo bíblico? Ahora tenemos los celulares, ¿por qué no llamar a un familiar para decirle que Jesús lo ama, o decírselo con un mensaje de texto? Quizás nuestros amigos o familiares no nos entenderán, pero nosotros habremos hecho lo que nos corresponde. Lo triste sería que, cuando Jesús vuelva, nuestros seres queridos nos digan: «¿Pero por qué no me avistaste, si tú lo sabías?
No dejes de hacer la parte que te corresponde como mensajero de Jesús.