‘No llames conspiración a todo, como hacen ellos, ni vivas aterrorizado de lo que a ellos les da miedo’ (Isaías 8:12, NTV).
Mientras saludaba a la multitud que lo aclamaba y los veía avanzar sentados en su Lincoln John F. Kennedy y su esposa jamás imaginaron lo que sucedería. A eso de las 12:30 pm del 22 de noviembre de 1963, en Dalias, Texas, el entonces presidente de los Estados Unidos recibía dos disparos que le quitarían la vida. El autor de ellos fue Lee Harvey Oswald.
Kennedy fue el cuarto presidente de Estados Unidos asesinado, junto con Abraham Lincoln, James Abram Garfield y William McKinley. El asesinato todavía está sujeto a especulaciones, originando gran número de teorías conspirativas.
Recientemente, Howard Hunt, miembro importante de la CIA, supuestamente confesó la auténtica trama que envuelve este magnicidio. Según Hunt, Lyndon B. Johnson, entonces vicepresidente, habría sido el autor intelectual del asesinato. El asesinato habría sido planificado por ciertos agentes de la CIA que estaban en contra de Kennedy, y el francotirador habría sido un asesino a sueldo de la CIA, proveniente de la mafia corsa y llamado Lucien Sartí.
Las razones de la muerte de Kennedy figuran entre las teorías conspirativas más famosas. Una teoría de la conspiración, o teoría conspirativa, puede definirse como el intento de explicar un acontecimiento o una cadena de acontecimientos, ocurridos o todavía por suceder, ya sean percibidos o reales, comúnmente de importancia política, social, económica o histórica, por medio de la existencia de un grupo secreto muy poderoso, extenso, de larga duración y, generalmente, malintencionado. La hipótesis general de las teorías conspirativas es que sucesos importantes en la historia han sido controlados por manipuladores, que organizan los acontecimientos tras bambalinas y con motivos nefastos.
La primera conspiración en la historia del universo aparece con el pecado. Satanás, descontento por la manera en que las tres Personas de la Deidad gobernaban el orden creado, comenzó a generar una ola de rumores entre los ángeles, con el objetivo de ganar su favor y de que se opusieran a Dios. Este trabajo secreto logró cierto éxito, y Satanás arrastró tras sí a la tercera parce de los ángeles celestiales.
A lo largo de la historia, Satanás ha permanecido detrás de escena, intentando manejar los hilos de las naciones y la historia del mundo. Hay un peligro, sin embargo, en obsesionarse con las teorías conspirativas. Quien vive buscando el mal Oculto, queda prendado del mal. Si bien no debemos ser ingenuos, tengamos la certeza de que Satanás es un enemigo vencido y de que quien realmente gobierna el destino de este mundo es Dios. MB