«Es la víctima de la Pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios y libró nuestras casas». Éxodo 12: 27
¡NOCHE OSCURA EN EGIPTO! El ángel destructor visitaba las casas; los primogénitos morían por causa de la rebeldía de Faraón. En este mundo nadie vive para sí. La influencia y la responsabilidad que ejercemos tienen consecuencias; mucho más, en el caso de los líderes. Y Faraón era el líder de aquella nación.Pero el ángel había recibido la orden de no tocar a los primogénitos de las casas cuyo dintel estuviera manchado con sangre. Era la sangre del cordero pascual, símbolo de la sangre de Cristo que limpia el pecado de la humanidad. Aquella noche era una noche de fe. ¿Quién podría garantizar que una simple mancha de sangre podría librar a los hijos de Israel de la muerte? El pueblo solo tenía que creer. Creer significaba vivir. El ángel destructor pasaría por encima de las casas donde se había ejercido la fe. El tiempo ha pasado, pero las cosas no han cambiado.
La salvación continúa siendo un acto de fe. Multitudes piden pruebas. «¿Qué puede hacer Jesús en mi caso?», se preguntan. «Hay otras soluciones a mi alcance, más prácticas, viables y razonables». Seguramente, sí. Aquella noche en Egipto también las había. Cerrar la puerta, por ejemplo. Forrar los techos y las paredes de metal, irse al lugar más oculto, no sé; los seres humanos somos especialistas en buscar soluciones «prácticas». Pero cuando el ángel pasara, solo perdonaría las casas cuyo dintel estuviera manchado de sangre. Esta es una figura del día final de la historia de este mundo. Cuando Jesús vuelva a la tierra para llevar a sus hijos y la destrucción final se aproxime, solo serán salvos aquellos cuyo corazón esté impregnado de la sangre del Cordero.
Hoy es el día para pensar en el tipo de soluciones que estoy buscando. ¿Soy capaz de creer en el evangelio, en su simplicidad y en su pureza? ¿O estoy buscando soluciones sofisticadas que «convenzan» mi raciocinio acostumbrado al mundo de las luces? No comiences tus actividades hoy sin tener la seguridad de que la sangre del Cordero ya «roció» tu vida, porque solo Jesús «es la víctima de la Pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios y libró nuestras casas».