«Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley»,1 Juan 3: 4
¿EN QUÉ CONSISTE EL PECADO? ¿cuál sería la mejor manera de definirlo? En el libro de Génesis no se define el pecado, solo se describe la actitud pecaminosa del ser humano. De esa actitud, podemos deducir lo que es el pecado. ¿Qué sucedió en el Edén? Adán y Eva se vieron tentados a comer del fruto que Dios les había prohibido comer. En realidad, no había nada de misterioso en aquel fruto: el problema no estaba en el fruto en sí, sino en la desconfianza de los seres humanos, que los llevó a la desobediencia. Dios había dicho una cosa, y ellos hicieron otra cosa diferente.
Podemos llamar a esta actitud rebeldía, desobediencia o insubordinación a la autoridad divina. Tal vez por eso, Juan define al pecado como transgresión.Pero aquí tenemos otro aspecto del pecado. Esto tiene que ver con la primera parte del texto. Dice: «Todo aquel que comete pecado, transgrede [infringe] también la ley». Ahora bien, si Juan dice «transgrede también», es porque el pecado, antes de ser transgresión de la ley, es otra cosa. ¿No es cierto? Porque si yo digo: «También tengo hambre», quiero decir que antes he tenido otra cosa. Entonces, ¿qué es el pecado antes de ser transgresión de la ley? Volvamos al Edén.
Antes de desobedecer y comer del fruto, Adán y Eva se alejaron de Dios y se acercaron voluntariamente al árbol del cual Dios les había dicho que no tocaran. Cuando la serpiente presentó el fruto a Eva, ella, antes de comerlo, dudó de la Palabra de Dios. El Creador le había dicho que, si comía, moriría; y la serpiente le dijo que se volvería como Dios. Eva prefirió creer en la palabra de la serpiente; quiso ser feliz a su manera. No comió del árbol porque quería morir, sino porque quería ser como Dios; pero acabó trayendo la muerte para ella y para la humanidad. El pecado es eso: tú quebrantas los mandamientos, los consideras obsoletos, pasados de moda, quieres librarte de ellos y ser feliz, pero acabas
desesperado, enloquecido y triste. Yerras el blanco; anhelas llegar a una meta, y terminas en un lugar completamente diferente. Haz de este día un día de sumisión a Dios. Deja que él guíe tus pasos. «Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley»,