«La Palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo» (1 Samuel 15: 22).
ANGELO ES UN JOVEN director del Club en su iglesia. El día que lo conocí, me contó su historia con Jesús, y quedé muy impresionada. Angelo había asistido desde muy jovencito a la iglesia adventista, pero luego se apartó de ella. Tiempo después, fue a una campaña de evangelización y, desde la primera noche, sintió que debía volver a ser amigo de Jesús. Sin embargo, no tomó la decisión en aquel momento; hizo falta que pasara algo en su vida para que la tomara.
Un día, Angelo salió del trabajo con dos compañeros adventistas. Se dirigieron a la parada del autobús para tomarlo de vuelta a casa, pero debido a las fuertes lluvias tuvieron que hacer un cambio en su ruta habitual. Después de caminar tres cuadras, les salieron al paso dos hombres con navajas. Aquellos hombres amenazaron a Angelo y a sus amigos con hacerles daño si no les daban todo lo que tenían. Uno de ellos se lanzó a él para quitarle el celular y, en el forcejeo, le clavó la navaja en el pecho, cerca del corazón. En ese momento, uno de sus compañeros les ofreció la comida que llevaban:
—Si lo hacen por necesidad, llévense esto para que coman -dijo.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el líder de los asaltantes al ver la generosidad que se les ofrecía.
—Somos adventistas —respondieron ellos.
Inmediatamente los asaltantes les devolvieron todo lo que les habían quitado:
—¡Nosotros no querernos problemas con los hijos de Dios! —dijeron. Angelo y sus amigos no se lo podían creer. Entonces él recordó que llevaba una revista Prioridades, y volvió sobre sus pasos para entregársela. Jesús nos cuida siempre y a veces permite que nos ocurran situaciones difíciles para que nos demos cuenta de su amor y cuidado. No esperes a que suceda algo duro en tu vida. Decide: hoy que Jesús sea tu mejor amigo, y nunca te apartes de su lado. Llévalo siempre muy cerquita de tu corazón.