‘Pues todo lo secreto tarde o temprano se descubrirá, y todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos» (Lucas 8:17, NTV).
Alexander Valterovich Litvinenko murió el 23 de noviembre de 2006. Una muerte no es noticia, a menos que sea la de un exespía ruso extraditado en Londres, perseguido por la KGB por vender secretos a los Estados Unidos, y que haya muerto envenenado por Polonio-210, un isótopo radioactivo 250 mil veces más letal que el cianuro.
Litvinenko fue un oficial fugitivo del servicio secreto ruso (KGB), que se exilió en Londres, donde trabajó como periodista, escritor y consultor de los servicios de inteligencia británicos. Durante su estancia en Londres, Litvinenko escribió dos libros, Blowing Up Russia: Terrorfrom Within [Explotando Rusia: Terror desde adentro] y Lubyanka Criminal Group [Grupo criminal Lubyanka]. En estos, acusó a los servicios secretos rusos de colocar bombas en departamentos rusos y de otros actos terroristas, en un esfuerzo por hacer llegar a Vladimir Putin al poder. También acusó a Putin de ordenar el asesinato de la periodista rusa Anna Politkovskaya, en octubre de 2006.
Litvinenko mismo no estaba sorprendido por su envenenamiento y su inminente muerte. Estaba acostumbrado a las intrigas, las traiciones y los asesinatos. Había llevado una doble, o triple, vida durante toda su existencia. Sabía cómo es el mundo de los espías, ese juego de engaños y falsificaciones. La Biblia afirma que quien a espada mata, a espada puede morir; en este caso, quien vivió engañando, tarde o temprano, sufrirá el engaño.
Los Evangelios cuentan que los principales sacerdotes y los ancianos, junto con
Caifás, el sumo sacerdote, «tramaban» para capturar a Jesús y matarlo (Mat. 26:4). Incluso Judas, uno de los doce discípulos del Señor, fue parte clave en esta conspiración. A partir de allí, Judas se convirtió en «el traidor». Tras el arresto, la conspiración Siguió con la contratación de testigos falsos, que acusaron a Jesús. Finalmente, Poncio Pilato o Pilatos, fue como un títere en manos de estos manipuladores, para asesinar a Jesús, Cuando lavó sus manos para limpiarse de culpa, los conspiradores y el pueblo asumieron la responsabilidad por la muerte del Salvador.
Aparentemente, la conspiración funcionó. Sus acciones arteras, sin embargo, finalmente saldrán a la luz en el Juicio Final. Caerán en la cuenta de la dimensión de su artera actitud La oscuridad, el engaño y la traición no son un buen lugar para visitar. Hoy, decide que tus acciones sean transparentes. Actúa de frente, sin dobleces. Después de todo, la sinceridad fue la respuesta de Jesús al engaño y la traición. MB