A ALGUNOS INSECTOS les atrae la luz, y la polilla es uno de ellos. Cuando una bombilla está encendida, la polilla se le se acerca y no se separa de ella; le encanta revolotear alrededor de la luz. Por eso, cuando tenemos las ventanas de la casa abiertas y afuera es de noche, ellas se sienten atraídas hacia nuestra casa, entran, y después se quedan en cualquier rinconcito; preferiblemente en los armarios. Y allí, ciertas polillas se comen nuestra ropa. No todas las polillas lo hacen, algunas no comen nada, solamente depositan sus huevos en los armarios, las alfombras y las mantas, y después se mueren. Pero cuando la oruga sale del huevo, se come la lana y los abrigos, y toda la ropa que encuentre a su paso. Lo hace para alimentarse para construir su propia casa. La tela que recoge, la mastica y la vuelve una seda para fabricar su escondite; y nunca se va de ese escondite.
Las orugas también causan daño a nuestra ropa porque necesitan abrirse un camino a través de la tela para dar salida a la mariposa, y lo hacen cortando la tela con sus mandíbulas, como si fueran unas tijeras. ¿Crees que la polilla es consciente del daño que está haciendo a tus cosas? ¡Claro que no! En su mundo, lo que ella está haciendo (comerse tu ropa) es perfectamente bueno. Nosotros sabemos que lo que están haciendo está mal, pero ellas no tienen ni la menor idea.
Y tú, ¿sabes si las cosas que haces y dices están bien o están mal? ¿Y cómo puedes saber si una costumbre que tienes es buena o es mala? ¿O si tu conducta es correcta o incorrecta? Hay dos maneras de saberlo. A tu edad, la principal son tus padres. Ellos son las personas que más te aman en el mundo, y por eso quieren lo mejor para ti. Ellos te dirán si lo que haces y dices es correcto o no, por eso, intenta hacerles caso.
Y por supuesto, está Jesús. El inspiró la Biblia para que nos enseñe lo que es correcto y lo que no. Intentemos ceñirnos a ella, porque podemos creer que estamos haciendo una gran cosa cuando en realidad estamos yendo contra lo que Dios quiere para nosotros.