«Echa sobre Jehová tu carga y él te sostendrá» (Salmo 55: 22).
Tenía un dilema. Mi hija y yo ya no podemos vivir solas, y estábamos por perder a nuestra asistente. Nos dejaba para continuar con su educación, emprendimiento que siempre he aplaudido. ¿Cómo podríamos nosotras dos encontrar una nueva asistente, que pudiera trabajar y suplir nuestras diferentes necesidades, y con quienes ambas fuéramos compatibles?
Mi hija prácticamente no puede levantarse de la cama y yo sufro de la abundancia de achaques que cualquier octogenario como yo sufre. Necesito ojos extra y piernas que funcionen. Sin esa ayuda, no podíamos seguir viviendo allí.
Hablé con mi hijo sobre la situación un día, contándole sin querer de mi angustia. Entonces, otra voz se oyó. Era mi nieta.
«Abuela, solo recuerda esto: «No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido»». Me conmovió. No me había dado cuenta de que ella conocía aquel precioso texto de Elena G. de White. Dios se había adelantado y me había entregado su mensaje a través de una muchacha de diecinueve años.
Al reflexionar sobre ese incidente, me pregunto: «¿Por qué me preocupé, si sabía que Dios estaba al control? ¿Por qué no confié en él por fe, y oré pidiendo que sucediera lo mejor?». Entonces, me volví a otro texto que la Sra. de White había escrito hacía más de cien años. Sonreí, al entender su relevancia para mi propia situación:
«Aunque no podamos ver los resultados finales, ni podamos discernir el propósito de las providencias de Dios, no hemos de desechar nuestra confianza. Recordando las tiernas misericordias del Señor, debemos descargar en él nuestra inquietud y esperar con paciencia su salvación» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 40). Cuando llegó nuestra nueva ayuda, al principio fue provisional, pero rápidamente se convirtió en un miembro muy útil de nuestra casa. iLas promesas de Dios son ciertas!
Hermanas del mundo: esperemos en el Señor con confianza. Dios hará que todas las cosas sean para nuestro bien, Cuando nos apoyamos en sus tiernas misericordias, iél marca la diferencia!