«En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: […] Un momento para callar, y un momento para hablar» (Eclesiastés 3: 1, 7).
HAY EN NUEVA YORK un restaurante diferente. ¿Alguna vez has ido a un restaurante en el que está prohibido hablar? Pues así es este restaurante, que se llama Eat. En él nadie puede hablar, ni siquiera hacer el más mínimo sonido, ni responder el teléfono celular, ni está permitido que tu celular haga ruido cuando te llaman, tiene que estar en silencio. ¿Qué te parecería comer en un lugar así?
Me imagino que te estás preguntando: ¿Por qué han puesto esta norma tan estricta? Pues porque el chef del restaurante hizo un viaje a la India y le llamó la atención cómo los monjes budistas comen en completo silencio, disfrutando la comida. Así se le ocurrió la idea de crear un restaurante en donde nadie hablara. «Es otra manera de comer, prestándole atención a la comida y no a las distracciones que nos rodean», dice él. Al comienzo, su dueño pensó que a mucha gente no le gustaría estar en un lugar así, pero el negocio ha sido tan exitoso que siempre está lleno. La gente que va a comer allí lo hace sin hablar, mirándose a los ojos y disfrutando de cada bocado. La comida y la compañía son los protagonistas. Si hablas, tienes que irte a terminar tu plato a los bancos de afuera.
¿No te parece que muchas veces hablamos más de la cuenta? Y por hablar de más, nos metemos en problemas, o simplemente rompemos el agradable sonido del silencio. Es importante que aprendamos a estar callados, a escuchar. Así, los demás no se aburrirán tan rápido de nosotros; evitaremos meter la pata; aprenderemos a conocer a otros porque les prestaremos más atención. Las personas inteligentes hablan poco, pero cuando lo hacen, hablan con sabiduría.
¿Y qué me dices de los que están siempre atendiendo a su celular cuando hay alguien hablando? Eso sí es el colmo de la mala educación. Cuando alguien habla, debemos prestarle atención y no distraernos con nada. Pidámosle a Jesús que nos enseñe a saber callar, a saber escuchar y a prestar atención a quien nos está diciendo algo.