Si Pablo está hablando de todo el sistema de leyes del Sinaí, ¿qué podemos
decir de Romanos 7:7, en el que menciona específicamente uno de los Diez Mandamientos?
¿No refuta la postura tomada ayer de que Pablo no estaba hablando
de la abolición de los Diez Mandamientos?
La respuesta es “No”. Una vez más debemos tener en cuenta que la palabra ley,
para Pablo, es todo el sistema introducido en el Sinaí, que incluía la Ley Moral entre
otras. Por ende, Pablo podía citar de ella, al igual que de cualquier otra porción
de toda la economía judía, para hacer sus comentarios. Sin embargo, cuando el
sistema dejó de existir con la muerte de Cristo, eso no incluía la Ley Moral, que
había existido incluso antes del Sinaí y que también existe después del Calvario.
Lee Romanos 7:8 al 11. ¿Qué enseña Pablo sobre la relación entre la Ley y el pecado?
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Dios se les reveló a los judíos, diciéndoles en detalle lo que estaba bien y lo
que estaba mal en cuestiones morales, civiles, ceremoniales y de salud. También
explicó los castigos por violar las distintas leyes. La violación de la voluntad revelada
de Dios aquí se define como pecado.
Por ende, explica Pablo, él no habría sabido si era pecado codiciar sin que la
“Ley” le informara ese hecho. El pecado es la violación de la voluntad revelada
de Dios y, donde no hay conocimiento de la voluntad revelada no hay conciencia
del pecado. Cuando esa voluntad revelada se da a conocer a una persona, esta se
reconoce como pecadora, y está bajo la condenación y la muerte. En este sentido,
la persona muere.
En consonancia con la argumentación de Pablo aquí y en toda esta sección,
él está tratando de construir un puente para lograr que los judíos, que veneran la
“Ley”, vean a Cristo como el cumplimiento de esa ley. Demuestra que la Ley era
necesaria pero que su función era limitada. La Ley estaba destinada a mostrar la
necesidad de la salvación; nunca pretendió ser el medio para obtener esa salvación.
“El apóstol Pablo, al relatar sus experiencias, presenta una importante verdad
acerca de la obra que debe efectuarse en la conversión. Dice: ‘Yo sin ley vivía en un
tiempo –no sentía ninguna condenación–; pero venido el mandamiento –cuando
la Ley de Dios se manifestó con fuerza en su conciencia–, el pecado revivió y yo
morí’. Entonces se consideró pecador, condenado por la Ley divina. Obsérvese
que fue Pablo el que murió, y no la Ley”.–“Comentarios de Elena G. de White”,
Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1.076.
¿En qué sentido has “muerto” ante la Ley? En ese contexto, ¿cómo puedes entender lo que Jesús ha hecho por ti al darte una nueva vida en él?