«¿Qué diremos entonces? ¿Vamos a seguir pecando para que Dios se muestre aún más bondadoso? ¡Claro que no! Nosotros ya hemos muerto respecto al pecado; I fuimos sepultados con Cristo, y morirnos para ser resucitados y vivir una vida nueva» (Romanos 6: 1, 2, 4).
No hay nada que más estropee el descubrimiento de una hermosa caracola marina que darte cuenta, una vez la has llevado a casa, de que algo dentro de ella que antes estaba vivo ahora suelta peste. Un día, buceando, encontré una caracola enorme y la llevé a casa; a las pocas horas, su nauseabundo olor me hizo darme cuenta de que la caracola y yo no estábamos solas. Intenté sacar el animal viscoso del interior, pero se me rompió. Probé a poner la caracola en agua; no hubo suerte. Pedí opinión a varios amigos, que me dieron una solución extraña: «Entiérrala y dentro de un mes el animal habrá desaparecido». les pedí que me explicaran cómo funcionaba aquel truco y me dijeron que los insectos que hay bajo la tierra se comerían el cuerpo muerto. Yo tenía dudas, pero la enterré. Efectivamente, cuando la desenterré, la caracola estaba vacía y hermosa.
Nosotros también tenemos algo apestoso y podrido en nuestro interior: el pecado. Y también nos resulta imposible arrancarlo de nuestro corazón. Pero Dios nos ofrece una solución un tanto extraña: el bautismo. Nos dice que nuestros pecados serán enterrados en Cristo Jesús y que saldremos de las aguas convertidos en nuevas personas. No es que el agua tenga poderes sino que simboliza el hecho de que, al elegir la santidad de Jesús sobre nuestra pecaminosidad, el pecado dejará de dominar nuestra vida. Eso es la gracia. ¿Pode abusar de la gracia? Quisiera responder que no, pero Pablo dice que sí, que algunas Personas utilizan la gracia como excusa para seguir pecando, Muchos cristianos dicen: «Puedo hacer lo que quiera porque Dios me perdona», Pero Pablo está en desacuerdo. Dice que una vez que has muerto al pecado, ¿por qué vas a querer volver a vivir en él? ¿Quieres ser esclavo del pecado?
Entonces su podredumbre corromperá tu vida y te robará la paz que Jesús quiere darte mediante su gracia. Si últimamente has estado pensando en bautizarte, quiero que sepas que esa es la única solución para el pecado que hay dentro de ti. Una vez que te liberes de su inmundicia, sería una locura volver atrás.