«Ahora, en efecto, nuestro saber es Iñnitado, mas cuando venga lo completo, desaparecerá lo que es linzitado.Cuando yo era niño, hablaba conto niño, pensaba como niño, razonaba como niño; al hacerme adulto, dije adiós a las cosas de niño». I Corintios 13: 9-11, LPH
LO PODEMOS SEGUIR SIEMPRE siendo como niños en nuestro conocimiento y experiencia espiritual, No debemos expresarnos siempre en el lenguaje del que acaba de recibir a Cristo, sino que nuestras oraciones, y en todo, debería ponerse de manifiesto un crecimiento en comprensión del evangelio a medida que aumenta nuestra experiencia. No es bueno que un niño de diez años actúe ni hable como uno de seis; y nos resulta chocante oír expresiones infantiles de boca de un adulto. Cuando una persona llega a cierta edad, esperamos de ella una inteligencia acorde a sus años y experiencia. Si se espera una manifestación de crecimiento intelectual en el niño, a medida que avanza en años, ¿no hemos de esperar también que el cristiano crezca en gracia y mejore en conducta? Todo el que haya tenido varios años de experiencia en la vida cristiana, no debería hablar ni actuar como un bebé en Cristo. […] El Señor nos ha dado muchas ventajas y oportunidades. Así que, cuando llegue el último gran día, y veamos lo que deberíamos haber alcanzado si hubiéramos aprovechado las bendiciones que el cielo nos concedió, cuando veamos cómo debimos haber crecido en gracia, y consideremos todo ello como Dios lo considera, cuando nos demos cuenta de lo que hemos perdido al no crecer hasta llegar a la estatura de hombres y mujeres en Cristo, desearemos haber sido más consagrados y más perseverantes «para conseguir el premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Fil. 3: 14, RV 77).—- The Youth’s Instructor, 28 de junio de 1894. El Señor no quiere que seamos siempre principiantes. Necesita en su obra todo lo que podamos obtener aquí para lograr conocimiento intelectual y claridad mental. El espera que vayamos ascendiendo hasta el final de la escala en nuestro avance hacia el reino de Dios.—- The Youth’s Instructor, IO de mayo de 1900.