«Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen; […] pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos» (Mateo 5: 44-45).
ESTOY SEGURA de que nunca habrás escuchado nada como esto que te voy a contar hoy, de malos muy malos que se hacen buenos. Y no es un cuento, ni una fábula, es algo que pasó de verdad, en California, y que todo el mundo pudo leer en los periódicos del 12 de agosto de 2013. Los protagonistas: un grupo de ladrones.
Entraron a las oficinas de una fundación que ayuda a personas que han sufrido abusos. Se llevaron todo lo que encontraron de valor: dinero, computadoras, impresoras, objetos para vender en la calle… Cuando la directora regresó al edificio a la mañana siguiente, se llevó una sorpresa terrible. Ella, que lo único que hacía era ayudar a gente necesitada, ¿quién tendría tan poco corazón como para hacerle mal a quien hace bien?
Horas después de haber llegado a la oficina, la directora recibió una llamada de la policía: «Señora —le dijeron—, alguien nos ha devuelto todo lo que les robaron a ustedes ayer, y han dejado una nota escrita a mano, que dice: «No teníamos ni idea a quién estábamos robando. Aquí les devolvemos todo para que puedan seguir ayudando al que lo necesita. Que Dios los bendiga»». El policía también dijo que era la primera vez en su carrera que unos ladrones se arrepentían de lo que habían hecho y devolvían todo lo robado.
Quizás tú también conozcas gente que hacía cosas malas y un día cambiaron y empezaron a portarse de lo más bien. En la Biblia hay varios casos así, como el del rey Manasés, que hizo todo lo que no le gustaba a Dios pero cuando fue capturado por el rey de Asiria, se arrepintió, oró con todas su fuerzas, y fue perdonado. Eso es lo bueno de Jesús, que escucha nuestras súplicas, nos perdona y vuelve a ser nuestro amigo.
Nunca juzgues a nadie como un caso perdido. Por muy mala que sea una persona, siempre puede cambiar, si se arrepiente. Por eso es tan importante que nosotros oremos por los demás, para que Dios los ayude a volver al buen camino.