Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús!” (Romanos 8:38, 39).
¿Sabías que se puede visitar la zarza ardiente de Moisés? Cuando estuve en Egipto, pasé una tarde en un monasterio cerca del monte Sinaí donde aseguran tener la zarza ardiente desde la que Dios le habló a Moisés. Esta zarza verde se encuentra al final de un camino de piedra del monasterio, justo detrás de un murito que se ha construido a su alrededor. Yo no sé si es la verdadera zarza o no (de hecho, soy bastante escéptica al respecto) pero lo que me pareció interesante es la enorme cantidad de gente que estaba alrededor de ella, orándole a la zarza. Muchos escribían pequeñas oraciones en pedazos de papel, los enrollaban y los introducían entre las grietas del muro. De hecho, cientos de personas lo hacían. Había tal cantidad de gente haciéndolo que pensé que nadie se daría cuenta si yo agarraba alguno de aquellos papeles para leerlo. Así que lo hice, mientras todo el mundo estaba concentrado en sus propias oraciones. Discretamente, tomé un papel y lo leí: “Dios, finalmente encontré un lugar en el que puedo hablar contigo”. ¡Qué interesante! “¿Qué más habrán escrito otras personas?”, me pregunté. Y esta fue la respuesta que encontré en otros papeles: “Ojalá pudiera vivir aquí, Padre celestial, en esta zarza, cerca de ti”. “Háblame, Señor, como le hablaste a Moisés”. “Jesús, ¿todavía me amas?”
Me llamó la atención que la gente se sintiera tan separada de Dios que creyeran que una zarza les podía dar lo que les faltaba. Yo quería poner un cartel en el muro con el versículo de hoy, que nos garantiza que nada del mundo nos puede separar del amor de Dios. No necesitamos ir a ningún “lugar sagrado” para oír al Señor ni para sentirle. Él está siempre con nosotros.
¿Hay cosas en tu vida que te hacen sentir separado del amor de Dios? ¿Tal vez pecados que odias cometer pero cometes? ¿Hábitos que te encantan aunque no son buenos? ¿Decisiones que no debiste haber tomado? ¿Alguna vez te has sentido con esa sensación del día después, preguntándote por qué hiciste lo que hiciste el día o la noche anterior? Si es así, no te desanimes. Lee el versículo de hoy. Ten en cuenta que nada, ni lo presente ni lo futuro, ni lo más profundo, ni siquiera los pecados que has cometido, podrán separarte del amor de Dios. Nunca.