Dijo a Tomás: Mete aquí tu dedo , y mira mis manos: y trae tu mano, y métela en mi costado: no seas incrédulo, ¡cree!. Juan 20: 27.
Hubo muchas reacciones diferentes después de que Jesús se levantara del sepulcro el domingo por la mañana. Cuando María encontró la tumba vacía, se apresuró hasta donde estaban Pedro y Juan, que inmediatamente corrieron a la tumba para verlo por sí mismos. En su Evangelio, Juan presume del hecho de que, en la carrera hasta el sepulcro, adelantó a Pedro, pues evidentemente era importante para él. Sin embargo, en lugar de entrar, permaneció fuera de la tumbar y se detuvo a observar que los sudarios de Jesús habían sido doblados con esmero (un extraño detalle que incluyó en sus escritos).
¿Corremos hasta Jesús, como hizo Pedro a pesar de haberlo negado, o dejamos de hacerlo por vergüenza? María permaneció de pie frente a la tumba llorandc ante un «jardinero» que había allí, y le preguntó dónde habían llevado a Jesús. María era fuerte; estaba dispuesta a ir donde estuviera Jesús y cargar ella misma con su pesado cuerpo si lograba encontrarlo. Ante su comentario, el «jardinero» le contestó una única palabra: «María». Y con solo escuchar su nombre, María supo quién era. Me pregunto: ¿reconoceríamos nosotros la voz de Jesús pronunciando nuestro nombre? Cuando Jesús apareció ante sus discípulos, pensaron que se trataba de un fantasma.
Tuvo que demostrar que era él. Pero una de mis reacciones favoritas fue la de Tomás, que no estaba allí en aquel momento. Los demás discípulos le aseguraron que habían visto a Jesús con sus propios ojos, pero él no fes creyó. Insistió en que a menos que tocara las marcas de los clavos con sus propios dedos, no creería ni una palabra de lo que decían. LO que me encanta de la historia de Tomás es que Jesús le siguió la corriente y se encontró con él allí donde estaba. Le dijo que extendiera la mano y lo tocara, y después le ordenó: «NO seas incrédulo; icree!».
Por este motivo se ha conocido a Tomás como el discípulo incrédulo, pero ¿no hubiera sido similar nuestra reacción? ¿Acaso no dudamos de Dios? ¿No buscamos pruebas de que existe? Muchos se niegan a creer en Dios sin pruebas de su existencia. ¿Eres tú uno de ellos? Si tienes dudas, pídele que se muestre de una manera real ante ti, y lo hará. Cuando lo haga, será el momento de dejar de duda.