«También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos» (Números 13:33).
EL 19 de octubre de 1745 murió, en Dublín, el escritor Jonathan Swift, autor de un clásico de la literatura universal: Los viajes de Gulliver.
Este libro cuenta las aventuras del capitán Lemuel Gulliver, que es llevado por el mar a mundos fantásticos, donde es un gigante entre enanos, un enano entre gigantes, y un ser humano avergonzado en una tierra poblada por caballos sabios… que son más humanos.
La obra se considera un clásico, y ha inspirado numerosas adaptaciones y versiones. El libro se volvió famoso tan pronto como fue publicado. Se dice que es el libro «que nunca ha dejado de imprimirse’!
Cada día de nuestra vida es como una nueva aventura. Con todas las herramientas o no, con todo el valor o no, con toda la tristeza o no, tenemos que salir a enfrentar problemas, reveses, dificultades y contratiempos.
A veces, serán obstáculos gigantes ante los cuales nos sentiremos como nada. Otras, serán luchas pequeñas, que pensamos sortear con facilidad.
El relato de Números 13 es singular. De los doce enviados, diez dieron un informe negativo sobre las posibilidades de conquistar la tierra de Canaán. Estos espías pesimistas no eran cualquier persona; eran los elegidos de cada tribu. Eran hombres inteligentes y valientes. No obstante, la imagen que proyectaron de ellos mismos fue: «Somos como langostas!»
Ante este panorama oscuro, la luz es aportada por Josué y Caleb en Números 14:6 al 9: «…no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan Qué interesante perspectiva! Los doce espían habían visto las mismas cosas, pero el informe que dieron fue diametralmente opuesto el uno del otro.
Hoy puede ser un día histórico si le permites a Dios estar en primer lugar y le pides que te ayude a ver las cosas con la mirada de la fe, a ver las cosas como las vieron Josué y Caleb.
«No son solamente las obras y las batallas grandes las que prueban el temple y exigen valor. La vida diaria causa perplejidades, pruebas y desalientos, Es el trabajo humilde el que, con frecuencia, exige paciencia y fortaleza. Se necesitará confianza propia y resolución para afrontar y vencer todas las dificultades. Asegúrese de que el Señor esté con usted, para que sea en todo lugar su consuelo» (Elena G. de White, Mensajes para los Jóvenes, p. 231). PA