“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia» (Efesios 4:31).
EL 26 de octubre de 1885 fue un día histórico. Ante la Academia de Ciencias de Francia, Louis Pasteur anunció que había encontrado un método para prevenir la hidrofobia, o rabia, enfermedad que infecta el sistema nervioso central y tiene un índice de letalidad muy alto, después de la mordedura de un animal (ya que el virus se encuentra en la saliva).
Ya en 1880, Pasteur había comprobado que es posible protegerse de las enfermedades infecciosas mediante la inyección de gérmenes atenuados, o inactivos. Después de ensayos exitosos con animales, como erradicar el cólera en gallinas, en 1885 aplicó su tratamiento a un ser humano (Joseph Meister), que padecía rabia. Pasteur logró salvarlo. En los siguientes 15 meses, salvó a más de 2.500 víctimas de mordeduras de perros rabiosos.
Creo que ninguno de nosotros sería capaz de morder a otro ser humano, pero sí somos capaces de contagiar «rabia» a nuestros semejantes por medio de palabras hirientes, comentarios fuera de lugar y mentiras punzantes. Después de todo, este tipo de «rabia» también depende de nuestra «saliva». Desde luego, en casos extremos, podemos manifestar también la ira mediante acciones violentas. La Biblia nos enseña a ser pacíficos. Como la enfermedad de la rabia, la ira y el enojo también tienen cura. Revisa estos consejos:
Reconoce tu problema: este es el primer paso.
Pide ayuda a Dios: él puede y quiere colaborar contigo.
Piensa dos veces antes de hablar: o, mejor aún, mantén la boca cerrada.
Recuerda que «actuar» no significa «reaccionar»: sé reflexivo.
Ríete más: aprende a sonreír, a ver el lado bueno de las cosas.
Recuerda el consejo de Proverbios 16:32: «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad».
Hoy puede ser un día histórico. En un mundo lleno de rabia, sé un «Pasteur», que brinde a todos la paz y la armonía.
«Deberían humillarse, diciendo con franqueza: ‘Me equivoqué. ¿Podría perdonarme? Porque Dios ha dicho que no debemos permitir que el sol se ponga sobre nuestro enojo’. Esta es la única manera segura de lograr la victoria. Muchos […] alimentan su enojo y se llenan de sentimientos de venganza y de odio […]. Resistan esos sentimientos equivocados, y experimentarán un gran cambio en su relación con sus semejantes» (Elena G. de White, Mente, carácter y personalidad. Z p. 168). PA